sábado, 14 de enero de 2017

Hasta siempre, compañera

Quiero construir en esta entrada de mi blog un trocito de cielo perruno para que lo ocupes tú, Xara. Y también pretendo que estas líneas erijan un pequeño altar para poder recogerme en él cada vez que me dispusiere a recordar esos años en los que fuimos felices juntos.

Qué necios somos, que sólo nos damos cuenta cuando ya es tarde, de los pequeños detalles, que entonces nos pasaron desapercibidos y que son los que nos ofrecen los momentos más agradables y placenteros de nuestras vidas. Ahora que nos faltas es cuando comprendo el valor de todo lo que nos diste.

Te echo de menos, Xara, todos en casa te añoramos. No siento que sea verdad que el tiempo cure el vacío que deja alguien que se ha querido. Y sin embargo, no creas que cuando te rememoro me embarga la tristeza. Al contrario, las más de las veces tu recuerdo me envuelve con una sensación de nostalgia placentera, como si una endorfina se esparciera por mis nervios y me inundara de calma y placidez.

Siento tu presencia ahí cada mañana que paseo con Taiga, cada vez que le doy de comer, o cuando se acerca a mí esperando una caricia. Y ambos volvemos a escuchar esos sonidos que nos regalabas cada día y que no sé catalogar porque no eran ladridos ni ronroneos, creo que no tienen nombre. Con ellos nos demostrabas y nos hacías partícipes de la inmensa alegría con la que te encarabas a la vida.

Xara, mi jara, mi brizna de hierba seca, hace poco que he vuelto a pasear por las montañas, con tu inseparable amiga Taiga, y te hemos recordado. Estabas presente en tu estar ausente, te hemos reconocido en los senderos, con esos troncos que llevabas con orgullo, tu rabo bien enhiesto. He visto tu estampa, tu bella y soberbia estampa, encaramada en cualquier peñasco. Y te digo que ni siquiera las marmotas se pueden alegrar de tu partida. Allí han quedado tus cenizas, porque ellas harán brotar los abetos más recios y las flores más hermosas.

No soy poeta. Por ello vamos a recitar juntos estos versos de juventud, quizás el poema más antiguo que se le conoce a mi también compañero ausente y presente, Baudelaire. Siendo un poema imperfecto, si lo comparamos con la maestría que logró con los años, sin embargo todo él rezuma de las sensaciones que nos inundan los que, como nosotros, adoramos las montañas, su belleza y majestuosidad. Y del misterio de su cercanía al cielo y del silencio, la calma que se apodera de quienes las transitan en soledad:

Tout là-haut, tout là-haut, loin de la route sûre,
Des fermes, des vallons, par delà les coteaux,
Par delà les forêts, les tapis de verdure,
Loin des derniers gazons foulés par les troupeaux,

On rencontre un lac sombre encaissé dans l'abîme
Que forment quelques pics désolés et neigeux ;
L'eau, nuit et jour, y dort dans un repos sublime,
Et n'interrompt jamais son silence orageux.

Dans ce morne désert, à l'oreille incertaine
Arrivent par moments des bruits faibles et longs,
Et des échos plus morts que la cloche lointaine
D'une vache qui paît aux penchants des vallons.

Sur ces monts où le vent efface tout vestige,
Ces glaciers pailletés qu'allume le soleil,
Sur ces rochers altiers où guette le vertige,
Dans ce lac où le soir mire son teint vermeil,

Sous mes pieds, sur ma tête et partout, le silence,
Le silence qui fait qu'on voudrait se sauver,
Le silence éternel et la montagne immense,
Car l'air est immobile et tout semble rêver.

On dirait que le ciel, en cette solitude,
Se contemple dans l'onde, et que ces monts, là-bas,
Écoutent, recueillis, dans leur grave attitude,
Un mystère divin que l'homme n'entend pas.

Et lorsque par hasard une nuée errante
Assombrit dans son vol le lac silencieux,
On croirait voir la robe ou l'ombre transparente
D'un esprit qui voyage et passe dans les cieux.

Tu espíritu, Xara, viajando en esa nube, sobrevuela valles y montañas. Y también lo reconozco en estas palabras de Pablo Neruda:

...Tú y yo caminando por
bosques y arenales, por lagos perdidos, por
cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de
palo puro, de maderos sometidos al vaivén del
agua y la intemperie
...

Tu eco, Xara, se ha quedado aquí, conmigo. Y me acompañará para siempre.