sábado, 21 de diciembre de 2019

Reconocimiento a Pere Navarro Olivella. Y a algunos otros.

El título de este pequeño artículo es injusto. No conozco al Sr Navarro ni tengo relación alguna con la DGT. Puede que sus técnicos tengan más méritos que él. Y pienso enseguida en Ana María Campos, la fundadora de Stop Accidentes. Seguro que ella, como tantos activistas que han puesto en las narices de los políticos las verdaderas insuficiencias de la sociedad, su miopía en ver las injusticias, lo merece mucho más.

No me olvido de ella

Pero a la gestión del Sr Navarro le asisten unas cifras espectaculares.No creo que sea casualidad. Si tenemos en cuenta las cifras que había antes de su gestión, de cerca de 4.000 muertos al año en 2003 y años anteriores, se pasó, al final de su primer mandato a unos 1.400 al final del mismo. las cifras siguierion descendiendo durante unos años más, hasta los algo menos 1.200 fallecidos en los que nos encontramos en los últimos años.

DGT evolución muertos tráficos 1960-2016


Sin embargo, cuando vuelve a tomar posesión de la DGT en 2018 las cifras estaban de nuevo repuntando. Y, con él de nuevo a los mandos de la DGT, los fallecidos vuelven a descender. Hasta noviembre de este año el número de muertos ha descendido en 86 personas respecto del año pasado.


Si se hubiéramos seguido con los 4.000 muertos/año desde 2004 hasta la actualidad, en lugar de los que hemos tenido, se deduce que hemos ahorrado más de 30.000 muertos en estos 16 años. Añádanles los que han quedado con minusvalías y tendremos el panorama de lo que esta labor ha significado de mejora de la vida de nuestra sociedad. No podemos darnos por satisfechos mientras haya víctimas, a cuyos familiares en nada les consuelan las cifras anteriores, pero es bueno contemplar el camino recorrido. Precisamente para darnos nuevas fuerzas y seguir en el empeño.

Cuando alguien me dice que es imposible acabar con la corrupción les  digo que tienen razón, pero les muestro las cifras de mortalidad del tráfico. Si se quiere, se puede reducir la corrupción a la décima parte de lo que es ahora. Podemos acercarnos a Dinamarca.

Si yo fuera alcalde de mi ciudad, Pere Navarro tendría reservada una calle o una estatua. No será el Doctor Fleming, pero no está nada mal lo que ha conseguido.

Menos estatuas de guerreros y más para los que salvan vidas.


lunes, 2 de diciembre de 2019

Pili pili sur un croissant au beurre. Pequeño país, enorme escritor.



De este año 2019 me llevo, muy por encima de cualquier otro descubrimiento cultural, la grata sorpresa de haber leído la magnífica novela, ¡su primera novela!, "Pequeño país", del escritor burundés (de nacimiento, no sé si también de nacionalidad, aparte de la francesa) Gaël Faye.

Fue una recomendación de mi librera de barrio (no había frecuentado mucho su librería, es la verdad), que recogí sin mucho entusiasmo. Pensaba en un libro de esos que vendería “exotismo para europeos” y, posiblemente, “buenrrollismo”, un tanto naíf.

Las dos primeras páginas no invitaban al optimismo, es la verdad, pero en la tercera cambió muy radicalmente mi impresión. Empecé a ver muy interesante su forma tan poética de escribir y describir. Y, a medida que me adentraba en la novela, me iba maravillando más. Si se leen las reseñas de muchos lectores, esta primera parte del libro les parece aburrida. He de decir que a mí me pareció casi mejor esta primera mitad que la segunda, sin desmerecer a esta última, donde la intensidad emocional sube varios órdenes de magnitud. Esa segunda mitad es también inolvidable, mas, por ponerle algún pero, en alguna ocasión tuve la sensación de que la acción estaba demasiado revolucionada. Pequeña tacha subjetiva que no quita grandeza a un libro llamado a permanecer atemporal entre los clásicos.

Extraordinaria es también la biografía de Gaël, con su infancia en Burumbura, en la ribera del lago Tanganica, su refugio de “metèque” en su admirado París, su estancia de yuppie en Londres y su decisión de cortar y volver a París para vivir como bohemio rapero, hasta su descubrimiento casual por una editora de apellido famoso y su fulgurante éxito al primer intento. Me he empapado de sus canciones, a pesar de que el rap no es mi estilo y así he descubierto al poeta que dio a luz a un todavía mejor prosista.

Con 35 años, si no se estropea, Gaël nos promete un futuro de placeres de lectura. Y de poesía cantada. Como su “Pili Pili sur un Croissant au Beurre”, donde describe la historia de sus padres.

Pocas alegrías más en este año. En cine, voy descubriendo obras antiguas de mi amigo el director japonés Hirokazu Koreeda. Vi hace poco su “Air Doll”. La conseguí acabar tras varios ensayos (más de cuatro, seguro) en los que a punto estuve de tirar la toalla. Me la ponía después de comer y me dormía. Llegué a pensar que estaba saturado ya de Hirokazu, que tenía películas aburridas y un poco cursis. Por fin un día conseguí pasar a la segunda mitad de la película y toda mi apreciación sufrió un vuelco de 180 grados. De nuevo el gran Koreeda, el mago, el genio, conseguía que su película, abandonara la pista de despegue y dirigiera el morro hacia las celestes alturas donde moran las obras maestras.

Es curioso, pero “Air Doll”, como “El tercer Asesinato”, son películas con baja puntuación por los críticos profesionales y por el público, pero que a mí me han gustado de forma especial.

Tras tanta ausencia hay muchas cosas para contar a mi audiencia. Si tengo tiempo volveré a la carga con el blog. Hasta la próxima.