miércoles, 8 de febrero de 2012

El affaire Contador y la ética

A mí me gusta el deporte, tanto como actividad para practicar como si se trata de espectáculo para ver. En este segundo caso fui educado de pequeñito por la única televisión que teníamos. Allí los deportes eran el fútbol (el Madrid de Gento y Amancio, el Valencia de Claramunt, la Alemania de Beckenbauer y Müller, el Brasil de Pelé), sobre todo, pero también el tenis (tiempos de Santana, Gisbert, Orantes...), el baloncesto y algunos eventos de ciertos deportes como la regata Oxford y Cambridge, el Grand National, los saltos de esquí el 1 de Enero, las 24 horas de Le Mans, las regatas de traineras. Los Juegos Olímpicos y los Juegos del Mediterráneo. Y como no, el ciclismo con su Vuelta, Giro y Tour. Tiempos de Julio Jiménez, de Gimondi y después de Eddie Merck y de Luis Ocaña. Por eso mis deportes preferidos para ver son el fútbol, los JJ.OO. (atletismo, natación, gimnasia) y el ciclismo (las tres grandes vueltas).

Los medios nos venden el deporte como hazañas épicas de nuestro país. El método de tener tranquilas a las masas denominado "panem et circenses" tiene ya bien cumplidos un par de milenios de existencia. No es exclusivo de España, pero aquí está alcanzando magnitudes estratosféricas. ¡Es que lo de ahora ni en los tiempos de Franco, cuando se ponía en la tele un partido del Real Madrid los días conflictivos, tales como el primero de mayo! ¡Por Dios, fijémonos en la voz de ñoño que pone el locutor de los informativos cuando se pasa al bloque de deportes, y la de tonterías que se hacen pasar por noticias! Cierto que las noticias deportivas siempre han tenido su público, al igual que la prensa rosa o el sexo, pero es que ya no quedan medios serios.

Casi todos los casos de dopaje en España, en especial los de nuestros ídolos, han sido analizados por la prensa como una afrenta a nuestro orgullo nacional. Recordemos el affaire de Pedro Delgado, hace ya muchos años. No creo que el tema se trate de igual manera en otros países. Creo que el Canadá no trató igual a Ben Johnson o en Francia no se defendió a Richard Virenque.

La lucha contra el dopaje es un asunto complejo, pero parte de una componente ética fundamental: Hay que sancionar a los que hacen trampas, porque el deporte es una actividad que se debe atener a unas reglas. Se trata de ganar respetando dichas reglas, como sucede en tantos otros aspectos de la vida. Si los que ganan, tanto si es en deporte como en posición social, o como en política, son los que no respetan las reglas, ¿para qué enseñamos ética? No seamos fariseos y enseñemos a los niños a engañar, como lo hacían en la educación en la Esparta antigua.

Ganar en los altos niveles del deporte significa honores, popularidad, prestigio.... y mucho, mucho dinero. Si existe la posibilidad de mejorar aunque solo sea una décima de kilómetro por hora, eso significa que en 200 km de recorrido a 40 km/h se llega con 45 segundos de adelanto. Por supuesto que esa diferencia de tiempo puede reportarnos alcanzar la gloria en la etapa o quedar con los demás, uno más en el pelotón. La tentación es muy fuerte, y por ello entiendo que haya muchos tramposos. Y que se les intente descubrir. Es que están robando. En ciertos casos roban mucho dinero.

Las reglas están escritas y las conoce perfectamente Contador. No creo que haya habido trampa por parte del tribunal, aunque es posible que el castigo sea demasiado severo. No soy experto y no conozco este caso más que cualquier otro ciudadano. Es mi deber confiar en el proceso, mientras no se demuestre lo contrario. ¿Por qué Contador se agarra a la excusa del filete, excusa que parece algo endeble? En España se dice que no se puede castigar porque no se ha demostrado la culpabilidad. Frente a eso las reglas que aceptan los deportistas son claras: si hay sustancia dopante es el deportista quien debe demostrar su inocencia. Se dice asimismo que la cantidad es minúscula. Estoy convencido que habrá expertos que hayan demostrado que esa cantidad sólo se puede encontrar en sangre (u orina, no lo sé) a aquél que haya ingerido alguna sustancia que contenga clembuterol. Que una persona normal no lo tiene.

En conclusión, Contador es culpable, aunque no hubiera sido su intención doparse, en cuyo caso sería un caso de negligencia (o incluso cabría pensar en una trampa de su médico). Si no hubiera otros antecedentes de sospechas podría darle algún voto de presunción de inocencia. Pero es vox populi que se encontraron bolsas de sangre con las siglas A.C. en la clínica del Dr. Fuentes, durante la Operación Puerto.

La reacción general de los medios en España no favorece para nada la mala imagen que está proyectando España en el resto del mundo. ¿Que se trata de celos de los franceses? No niego que no haya reacciones de algunos franceses en ese sentido. Son tan lamentables como las de algunos de nuestros compatriotas. Pero no nos engañemos, existe la impresión de que aquí no se lucha con energía contra el dopaje, y no sólo en Francia. La Operación Puerto o la de Marta Domínguez han quedado en casi nada. Y arropamos a los sospechosos. Abramos los ojos. O mejor, quitémonos la venda con forma de bandera rojigualda de delante de ellos, que no nos deja ver.

El otro día vi un episodio de la serie Los Simpson's. Es recomendable. Se burlaban de la neura que tienen muchos estadounidenses con su bandera. Yo añado: la banderitina (conocida como drapeauine en Francia) es una sustancia dopante que resulta muy eficaz para anular la sensatez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario