viernes, 15 de febrero de 2013

Es posible acabar con la corrupción



Vivimos tiempos de pesimismo y por ello este titular nos puede parecer una quimera. Y, sin embargo, resolver el problema, desde el punto de vista teórico, me parece al alcance de la mano. Maticemos: No es nuestra pretensión acabar completamente con la corrupción. La habrá siempre en alguna medida, como siempre habrá asesinatos, prostitución, robos o accidentes de tráfico; se trata de reducirla a unos niveles razonables. Creo, incluso que se pueden alcanzar resultados mejores que los países en los que debemos mirarnos. 

El otro día leía los comentarios a una noticia en el diario digital El Confidencial. No recuerdo la noticia, pero debía ser sobre la corrupción del PP. Me llamó la atención el comentario de un forero que ha debido ser votante del PP. Lo debí deducir bien por el tono de su comentario, o quizás porque lo conozco de otros comentarios. Siento no poder citarlo aquí de manera expresa, porque olvidé copiarlo. Pero venía a decir que creía que se podía acabar con la corrupción en España. Y la explicación que daba era que hace varios años era creencia común que los españoles, debido a nuestro carácter, nunca podríamos alcanzar las cifras de siniestralidad de tráfico de los países centroeuropeos. 

Me parece un ejemplo muy adecuado. Salvo por el siguiente inconveniente: Cuando estamos hablando de la corrupción, por desgracia, es la zorra la que tiene que arreglar el gallinero. La sociedad civil tiene que meter mucha presión.

En varios de los últimos libros que he leído está presente el tema de la corrupción, entendida no sólo en el sentido del enriquecimiento económico, sino como la degeneración de los usos de un régimen político. El más antiguo de esos libros, quiero decir que lo leí hace ya varios meses, es el libro de Stefan Zweig "Maria Antonieta". Me gustó ese libro porque refleja muy bien la situación de degradación política de la Francia pre-revolucionaria. Debo remarcar, sin embargo, que no se puede uno fiar de la imparcialidad de Zweig, pues es más novelista que historiador: Se nota demasiado qué personajes son del agrado del autor y cuáles no. Hay que admitir que Zweig hizo una obra a la vez muy amena (quien no haya leído a Zweig le advierto que se pierde a uno de los escritores más fáciles de leer que han existido) y, a la vez, muy rigurosa en cuanto a la proliferación de datos históricos.

Entrando en materia, de esa obra destaco estos dos aspectos: 

·        Por un lado, la revolución se produjo porque el rey Luis XVI tenía un carácter muy débil y porque dejó "cadáveres" muy vivos y muy poderosos por el camino, como el Duque de Orleans. De ese libro parece desprenderse que un sistema corrupto puede durar, aunque el pueblo siga oprimido, siempre que sus dirigentes no "cometan errores"; y de que es difícil que se produzcan cambios importantes sin la complicidad de parte de la gente poderosa del "ancien regime". Lección para idealistas: Para conseguir metas no hay que embestir como un toro, sino diseñar una estrategia que tenga en cuenta que el establishment a derrocar (las "fuerzas reaccionarias", en la terminología marxista) se va a defender, que no son tontos y que son muy poderosos. A veces el camino más corto no es la línea recta.

·        El segundo aspecto a destacar de la Historia es que las revoluciones, que son momentos de gran inestabilidad institucional, son aprovechados por verdaderos trepas, populistas y otras gentes de toda ralea. A la Revolución Francesa le siguió la Época del Terror, ¡ojo! Revisemos en fecha más reciente los cambios bruscos de régimen, como la descomposición de la URSS o la más reciente Guerra de Libia. O, aunque fuera menos "revolucionario", el proceso de "mani politi" en Italia. En todos estos casos parece que se salió de la sartén y se cayó en el fuego. Hay que evitar que suceda como en Rebelión en la Granja, o como en la película Viva Zapata. 

Los otros libros que quiero comentar son: "Les enfants modèles" de Paul Thorez y algunos libros de Milan Kundera. El segundo autor es muy conocido, yo lo considero entre los más grandes escritores del último siglo. Es un escritor que sólo está un poco por debajo de los más grandes de todos los tiempos. Kundera, exiliado político en Francia, tiene obsesión por reflejar la degradación del régimen comunista checoslovaco. Hay que señalar que él fue comunista en su juventud. Por desgracia para él, su obra trasluce un nihilismo deprimente, un descreimiento absoluto. Quizás es el peldaño que le falta para llegar a estar en el Olimpo. Porque Shakespeare o Kubrick (una reencarnación de Shakespeare) ponen en contradicción cómo es el hombre frente a cómo debería ser. Estos me dicen (o al menos creo que me dicen) que, aunque el hombre no se comporte éticamente, ello no quiere decir que no debiera hacerlo.

En cuanto a Paul Thorez es un autor más bien desconocido (no tiene ni entrada en wikipedia). Encontré en casa el libro al que hago referencia por casualidad y lo comencé a leer porque estaba en francés. Intento leer en francés,  y en otros idiomas distintos del castellano, por practicar, y cuando encontré ese libro no tenía otro en francés para leer que me interesara. Paul Thorez es hijo del que fue Secretario general del Partido Comunista Francés.

El interés del libro creo que radica en que es sincero en su visión de la URSS desde la II Guerra Mundial hasta su última visita. Estoy convencido de que el comunismo fue un régimen, equivocado o no ése es otro debate, sincero, pues fue una teoría que procuraba una mejora para la Humanidad, y no precisamente para la clase dirigente. Nadie ha encontrado nunca las cuentas suizas de Fidel Castro. Pero los mecanismos contra la corrupción, no tanto económica, pues no hay propiedad privada, pero sí moral habían desaparecido en la URSS de Stalin. El comunismo se basó en demasía en la sospecha. Sospechar es contraproducente, acaba dando lugar a un régimen de sospechosos, de purgas, de asfixia a la libertad. Al revés, lo que hay que establecer son mecanismos de control popular de los que ostentan el poder.

La corrupción no es un asunto nuevo en este blog. Ya lo había tratado específicamente en una de las primeras entradas que publiqué, hace ya casi tres años de ello. Lo he releído y creo que sigue siendo muy interesante, de manera que, por no repetirme, os paso su enlace:


La solución viene muy de la mano de las ideas que propongo en otra entrada de este blog, escrita hace un año. Creo conveniente que le echéis un vistazo, aquellos que no la hubierais leído:


De la combinación de ambos artículos se deduce cuáles son mis principales ideas para luchar contra la corrupción. Pero propongo, además, estas otras ideas:

·        Limitación del poder de las grandes empresas. Toda empresa demasiado grande debería ser troceada en empresas más pequeñas. Justo lo contrario de lo que se hace con la banca. No se deben aceptar las empresas “too big to fail” Y si, por alguna razón estratégica, se debieran mantener grandes empresas en algún sector, o deberían ser públicas, o deberían tener control público. Las empresas no pueden condicionar al poder político.

·        La legislación de las empresas concesionarias de la Administraciones Públicas  debe poder permitir la “incautación” justificada por parte de la Administración, en caso de deslealtad de dicha concesionaria. Y sin causar perjuicios a la administración o a los usuarios. Por ejemplo, los trabajadores de dicha empresa pasan a depender de la administración de la noche a la mañana, como en un golpe de estado. Pero no puede permitirse la “incautación caprichosa”, porque la concesionaria caiga mal al gobernante de turno. No parece tan difícil encontrar el equilibrio entre ambos requisitos.

·        Los requisitos de los concursos deben estar debidamente justificados: las mesas de control de las licitaciones y concesiones deben comenzar por ello: los aspirantes deben comenzar por poder denunciar dichos requisitos por arbitrarios ante dichas mesas. He leído en alguna ocasión las condiciones para una plaza de profesor en una Universidad valenciana. Me llamó la atención que la mayor puntuación, con diferencia, provenía de haber trabajado en dicha Universidad. Se puede decir que dicho concurso tiene nombre y apellidos. Por cierto, tener el Premio Nobel, ni siquiera un premio menor, no puntuaba.

·    Los requisitos de capacitación técnica no pueden ser una excusa para crear barreras de entrada a nuevos competidores.

·        Debe haber tiempo suficiente para preparar las candidaturas. En caso contrario puede tener ventaja una empresa con “información privilegiada”.

·        Es preferible dividir las concesiones en pequeños paquetes, en vez de ofertar una concesión global, de manera que no sólo grandes empresas puedan acceder a ellas. Hay que evitar los oligopolios.

·        Los plazos de las concesiones deben estar limitados. No deberían ser mayores de 10 años. Si ese plazo fuera insuficiente para amortizar las inversiones (una autopista, por ejemplo), la nueva concesionaria se haría cargo de pagar las amortizaciones pendientes a la constructora (o se subrogaría en la devolución de los préstamos pendientes).

·        Hay un runrún de que el problema de los partidos políticos se solucionaría con las listas abiertas. He de significaros que no me acaba de gustar esa idea. Mirad, las listas del senado son, de alguna manera, listas abiertas. Y permitió que saliera como senador por Cantabria más votado de la Historia a Luis Bárcenas, quien no creo que hay pisado dicha Comunidad más que para hospedarse en un hotel de lujo y hacer montañismo. Las listas abiertas creo que benefician a personas que tengan dinero, o peor aún, que estén apoyadas por el Capital. No creo que la situación política en los EE.UU. sea mucho mejor que la nuestra (en algunos aspectos sí lo está, en otros no). La política allí está secuestrada por la Corporate Class, que es quien sufraga a los candidatos, con sus donaciones.

·        Hay que introducir la transparencia y el control público en el funcionamiento de los partidos políticos. Pero este control no sólo debe ceñirse a cuestiones económicas, como los sueldos de los cargos orgánicos y el cumplimiento de la Ley en el tema de las donaciones, sino que debe dar un paso más. Debe regular el funcionamiento democrático de los partidos, evitando que quede controlado por sus mafias dirigentes. Dentro de ello, la exigencia de votaciones con voto secreto de ciertas cuestiones es una cuestión fundamental (si la votación es nominativa puedes quedar “marginado” por el grupo dominante). La “libertad” dentro del partido debe quedar garantizada, en lugar del actual “el que se mueva no sale en la foto”.

·       Por último hay que penalizar con gravedad y con rapidez las conductas corruptas. Un robo individual no posee las mismas consecuencias que un robo a toda una sociedad y eso debe estar contemplado en las penas. Este robo, en especial si las cantidades son muy importantes, estamos viendo que sus consecuencias son terribles en términos de paro, de pérdida de calidad de vida del conjunto de la sociedad, de suicidios, de pérdida del futuro para una generación. Y esto tiene que reflejarse en el código penal. Incluso debe pensarse en legislación especial, similar a las leyes “antiterrorismo” o contra el “crimen organizado”. Y se debe evitar que las “garantías” deriven en “impunidad”. Propongo que el número de recursos se limite, para evitar las tácticas de retrasar los procesos. Algo así como en los partidos de tenis: se pueden protestar las pelotas dudosas, pero se tiene un límite de protestas.


Seguro que si más gente piensa en ello nos salen muchas otras ideas para evitar la corrupción. Es una cuestión de brainstorming.

Y aun y así, se producirán casos de corrupción. Hay que crear sistemas de detección de las nuevas formas de corrupción y de corrección de esos agujeros del sistema. No es un proceso estático, sino dinámico, que se perfecciona con el tiempo.







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