Quisiera rendir
homenaje a las víctimas de los atentados de Madrid del 11 de marzo de 2004. Y
creo que aparte de expresar mi apoyo y solidaridad hacia ellas, merecen un
desagravio por trato vejatorio que han sufrido por parte de otros malvados,
aparte de los que colocaron las bombas o colaboraron en los atentados.
Han pasado 10 años de aquella tragedia. Y,
como si fuera un milagro, la Teoría de la Conspiración se desvanece, aun a
pesar de algunos indeseables, que todavía le dan aliento. Y es que, cuando se
escriba la Crónica de estos años, habrá unos puñados de personas que quedarán
grabados con letras de oro en la Historia Universal de la Infamia.
Yo tuve la
suerte de conocer, a los pocos minutos de saber sobre los atentados, que habían
sido obra de islamistas radicales. Seguramente ello se debió a una afortunada
casualidad. No me resisto a contaros mi experiencia de ese día, así que ¡vamos a ello!
Recuerdo que, tras escucharlo por la radio, de buena mañana, puse la tele mientras tomaba el desayuno, y vi la imagen de un vagón de tren con el techo desgarrado hacia afuera por el efecto de la explosión. Y aquí viene el suceso feliz: inmediatamente asocié dicha imagen a la de un atentado que había sucedido en Israel, en un autobús, varias semanas antes. Las imágenes del autobús eran muy similares a las del vagón de tren. Y a partir de ahí resultó muy fácil relacionar que el día era 11 y de marzo, es decir, exactamente dos años y medio después de los atentados que sucedieron en Nueva York y en el Pentágono. La hipótesis islamista era muy creíble.
Recuerdo que, tras escucharlo por la radio, de buena mañana, puse la tele mientras tomaba el desayuno, y vi la imagen de un vagón de tren con el techo desgarrado hacia afuera por el efecto de la explosión. Y aquí viene el suceso feliz: inmediatamente asocié dicha imagen a la de un atentado que había sucedido en Israel, en un autobús, varias semanas antes. Las imágenes del autobús eran muy similares a las del vagón de tren. Y a partir de ahí resultó muy fácil relacionar que el día era 11 y de marzo, es decir, exactamente dos años y medio después de los atentados que sucedieron en Nueva York y en el Pentágono. La hipótesis islamista era muy creíble.
Seguí
reflexionando sobre el asunto y recordé que había leído en alguna ocasión que
ETA tenía sus códigos “éticos” a la hora de realizar un atentado. ETA tenía que
eliminar “enemigos”, no podían ser seres indiscriminados, salvo que fueran
víctimas colaterales. El objetivo de sus atentados no habían sido nunca los
ciudadanos anónimos, por muy españoles que fuéramos. De hecho, el atentado más
parecido a eso último, el de Hipercor en Barcelona, le había causado problemas
de rechazo en sus propios partidarios y simpatizantes del mundo abertzale. En
consecuencia, los atentados que acababan de suceder no encajaban en el modo de
actuar de ETA.
Lo anterior,
que fui capaz de “currármelo” yo solito, pues los medios de comunicación no
insinuaron ni de lejos tal posibilidad, estoy convencido que pasó por la cabeza
de los policías expertos en terrorismo con al menos la misma velocidad que me
sucedió a mí. Por ello lo que me causó enorme extrañeza no fue que, en un
primer momento, el Gobierno echara las culpas a ETA, cosa que podía aceptar, sino
el hecho de que “no hubiera dudas” de que la autora había sido ETA. Todo esto
lo comenté con mis compañeros de despacho en cuanto llegué al trabajo. Y por
eso al mediodía del mismo día 11, conociendo ya un desmentido de ETA, tuve la
convicción de que el Gobierno de Aznar estaba mintiendo con descaro.
Esa
manipulación dejó de funcionar porque los medios extranjeros pronto cayeron en
la cuenta, y en España la cadena SER dejó de seguirle el juego a Aznar.
La Teoría de
la Conspiración apareció unos días después de las elecciones. Es toda una
lección Goebbeliana de cómo se puede manipular a la gente, en especial si se
les ha ido configurando su forma de pensar durante años. ¡Es tan osada dicha
teoría! No soporta un mínimo de rigor. Acepto que se pueda pensar en una
conspiración. Lo creo bastante improbable, porque la fecha explica bien el
porqué y todo encaja en la hipótesis islamista. Pero si fuera una conspiración
sería algo completamente diferente de lo que sugiere la famosa Teoría de la
Conspiración. Comenzando por que es una Teoría que no existe en medios de
comunicación de fuera de España.
Esa manipulación fue muy burda, y sin ambargo consiguió hacer caer en ella a un porcentaje importante de la población española. Y eso que había medios que no la compartían. Sin embargo ¡qué es difícil escapar a los manipuladores!
Imaginemos
ahora que los medios de comunicación más importantes del mundo se ponen de
acuerdo para contarnos lo que pasa en Ucrania, o lo que pasa en la Francia de
Hollande, o en la Venezuela de Maduro. Todos los medios con la misma “óptica”. Resulta
prácticamente imposible sustraerse a la “verdad oficial”. Y desconfiamos de
otras verdades que nos vendrán siempre por medios marginales, sin
“credibilidad”. Es muy difícil creer que nos puedan estar manipulando y que todos los medios de todos los países lo hagan a la vez. Si habéis seguido este blog comprendereis que yo he llegado a esa conclusión, por increíble que os pueda parecer. Las evidencias de ello, aunque hay que buscarlas, son abrumadoras.
Hace tiempo que desconfío de los medios de comunicación
masivos. Desconfiad y pensar por vosotros mismos. Buscad fuentes alternativas.
Cuando hay un conflicto hay que escuchar las dos versiones de sus causas. No
creamos a priori ninguna de ellas. No tengamos nuestro gurú, al que siempre le
concedemos nuestra credibilidad.
Las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 merecen que se les trate con dignidad. Y el resto de la ciudadanía también.
Las víctimas de los atentados del 11 de marzo de 2004 merecen que se les trate con dignidad. Y el resto de la ciudadanía también.
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