domingo, 6 de abril de 2014

La transición española

Desde hace ya un tiempo he ido leyendo en los medios de izquierda opiniones muy frecuentes que cuestionan la transición española desde el franquismo a la democracia. Con el fallecimiento reciente del que fue presidente del gobierno, Adolfo Suárez, también se ha cuestionado su papel. Y el programa de Jordi Évole y el reciente libro de Pilar Urbano suponen también el revisionismo de lo que fue el Golpe de Estado del 23-F.

Yo era muy joven por esos años. Y, he de decirlo, bastante ingenuo. Quiero decir que no concebía la estrategia política como un juego de poder, sino como una confrontación noble de ideas donde sólo se buscaba el servicio al país. Al menos así ocurría como regla general, según yo creía. Mis ideas políticas me situaban claramente en la izquierda moderada, aunque nunca pasé de la simpatía a la militancia. Sin embargo, mi ambiente de amistades y conocidos era claramente de derechas (e incluso de la extrema derecha). He hecho estas precisiones para señalar que mi postura frente a la transición era comprometida (es decir, estaba informado). Y, a la vez que un tanto ilusa, era ilusionada.

Dicho lo anterior, hay experiencias que las tengo muy nítidas y por ello no se me puede engañar con ellas. Con esto no afirmo que la crítica actual se haga necesariamente desde la mala fe. Pero sí que voy a dejar constancia de mi discrepancia con algunas de las ideas que se quieren transmitir desde algunos medios de izquierdas.


LA LEY DE AMNISTÍA

Es frecuente hoy en día hablar de la Ley de Amnistía como un impedimento para que se juzguen los crímenes del franquismo. Parece que dicha ley hubiera sido una imposición del antiguo régimen como condición para aceptar la transición. Me temo que eso no es cierto, pues la Ley de Amnistía se reclamó en la calle por los partidos de la Oposición Democrática.

En aquella época estaban aglutinados en la Plataforma y la Junta, y después en la "Platajunta". La oposición abarcaba desde la Derecha Democristiana hasta bastante más a la izquierda del Partido Comunista. Recordemos al PSAN (en Valencia y Cataluña,) con sus senyeras esteladas, a la ORT, al PCEr, y tantos otros. Y a los personajes curiosos de las primeras elecciones como a Mossén Xirinachs, a Camilo José Cela, a Senillosa.

La diversidad de medios de comunicación, de siglas y de personajes políticos, dio a esos años una sensación de pluralidad como no la ha habido nunca después.

Recuerdo perfectamente el lema de la primer gran manifestación de Valencia de aquellos años: "Llibertat, Amnistia i Estatut de Autonomia". Y había otro lema informal que la multitud repetía cuando atravesaba la, entonces, Plaza del Caudillo: "Volem que baixen al burro del cavall", en alusión a la estatua que la presidía.

El Gobierno concedió una primera amnistía a los presos que no tuvieran las manos manchadas de sangre. Los gritos de la oposición se tornaron en: "Amnistía total". Y no se tardó en promulgar una segunda amnistía que abarcó también a los delitos de sangre. No recuerdo a ningún partido de izquierdas que se opusiera a ella.


EL GOLPE DE ESTADO DEL 23-F.

El programa de Jordi Évole, más alguna información previa, creo que a partir del Wikileaks y algún político o diplomático alemán, y sobre todo, el libro de Pilar Urbano, han traído a colación las sombras sobre el 23-F. Se insinúa que el Rey estuvo detrás del mismo, e incluso que lo estuvo el PSOE, con Felipe González a la cabeza.

Siempre hubo dudas sobre aquél golpe de estado, pero las que apuntaban a la implicación del Rey no venían, precisamente, desde la izquierda. Venían de los sectores de ultraderecha. Las dudas de los sectores de izquierda se referían a la "trama civil". El golpe necesitaba de un apoyo logístico que no quedó, ni mucho menos, aclarado.

Es cierto que el general Armada era muy amigo del Rey, pero de ahí no se colige que no le pudiera traicionar. Parece también cierto que Armada tuvo una reunión con el dirigente socialista Enrique Múgica y pudiera ser que se estuviera analizando la posibilidad de un gobierno de concentración. Esta opción, con una moción de censura previa, para destituir al antiguo Gobierno y con una aprobación parlamentaria, nos podría gustar o no, pero no es un Golpe de Estado. Cabe la opción de que, frustrada la posibilidad de ese gobierno de concentración, con Armada al frente, éste aprovechara la sublevación de Tejero y Milans para sumarse a él, para imponer esa solución. Esta teoría tiene una pega, y es que resulta un tanto enrevesada, pero tampoco es increíble. Más o menos es lo que parece desprenderse de este artículo, aparecido en El Plural. Un periodista muy denostado, el Sr Cebrián, ha escrito también un artículo en El País. Su problema es que, aunque en este caso puede llevar razón, su credibilidad, hoy en día, está por los suelos.

Desde luego Pilar Urbano no es una persona de fiar para mí. Y lo más decepcionante es que me hace dudar de Jordi Évole. En el caso de Pilar Urbano porque, si sabía, no me parece correcto que sea ahora cuando lo diga. Huele a kilómetros a campaña publicitaria. El problema es que la editorial que lanza el libro tiene el mismo dueño que el que le paga a Évole. No lo voy a tachar de mi lista de periodistas favoritos, porque es cierto que, incluso en ese programa, dejó su "mensaje", pero no es la primera vez que me deja un sabor agridulce. En todo caso, es que en La Sexta de J.M. Lara no se puede llegar mucho más lejos. Igual pasa con el programa de Wyoming, mucho más light que cualquier artículo o soflama que haga fuera de órbita de La Sexta.

Ser republicano es una actitud muy loable. Pero en pro de la llegada de la III República no todo vale.


LAS LIMITACIONES DE LA TRANSICIÓN Y LA CRISIS POLÍTICA ACTUAL.

Otra cantinela que se está esgrimiendo ahora es que las limitaciones de la transición han provocado la crisis política actual. Que la solución tenía que haber sido la "ruptura" (el desmantelamiento total del régimen franquista), en vez de la "reforma", que es lo que se hizo.

No parece. que la "ruptura" hubiera sido posible en esa época. Si ya la reforma acabó con varios intentos de golpes de estado, no sé dónde hubiéramos acabado depurando a los jueces, militares y altos funcionarios del Estado. Por desgracia, a este caso le aplica muy bien el refrán de "más vale pájaro en mano..", en especial si los pájaros que vuelan tienen muy pocas posibilidades de acabar en la cazuela.

Dicho lo anterior, la reforma, que sin duda significó limitaciones y renuncias para los "demócratas", fue lo suficientemente profunda como para crear un régimen con suficientes garantías. Y la Constitución actual posee limitaciones, pero no es preciso redactar una nueva, bastaría con reformar lo que necesita reformarse. Y por muy buenas leyes que tengamos, sin buenas actitudes de los dirigentes, y de la sociedad en general, no hay nada que hacer.

La crisis política actual tiene más que ver con la evolución del mundo occidental, y en mucha mayor medida, que en los defectos de un sistema que comenzó hace más de 35 años y que tuvo, sin dudar, un notable éxito inicial. Sí que puedo admitir que, por ser nuestra cultura democrática más débil que en otros países de nuestro entorno, la descomposición de la democracia es en España más intensa que en esos otros países.

Y otro dato: en aquél tiempo, la mayoría de los partidos políticos y de sus representantes aceptaron el sistema. Aunque la ruptura se exigió en un principio, fue aprobada en referéndum y esas voces se fueron apagando.


EL PAPEL DE ADOLFO SUÁREZ:

Coincido con los líderes de opinión de izquierdas en que los verdaderos héroes de la transición fueron los antifranquistas que se jugaron el pellejo durante tantos años de lucha contra la dictadura. Pero tampoco seamos ingenuos. La transición fue posible porque el régimen franquista era un apestado en el resto del mundo occidental, bien que bajo cuerda se le apoyara por intereses geoestratégicos. No olvidemos que en el mundo de la Guerra Fría era una pieza codiciada en el tablero de ajedrez del globo. Y que no era fácil, tras la apertura progresiva al resto de Europa, que los españoles pudieran apoyar masivamente un régimen dictatorial odiado por el resto de Europa. Si podía realizarse la transición a un régimen democrático las posibilidades de una Revolución descontrolada que lo llevara al bando enemigo (la órbita de la URSS) se reducían. Pero la revolución habría costado sangre: Franco murió en la cama.

El Rey lo sabía, y sabía que el éxito de la consolidación de la monarquía equivalía al éxito de la transición. Ya no sería el "rey heredero", para pasar a ser el artífice de "su régimen", homologado al resto de Europa. Evidentemente se contó con el apoyo de los países occidentales europeos y, sin la menor duda, de los EE.UU. 

Desde ese punto de vista el papel del nuevo PSOE era crucial, como muro de contención frente a un PCE (Partido Comunista) muy potente, pues lideró la lucha antifranquista. El PCI italiano, mayoritario como fuerza opositora en Italia, era un quebradero de cabeza para el mundo occidental, como podéis comprobar en este enlace de la wikipedia. Recordaréis que el PSOE se dividió entre el histórico (visto hoy con perspectiva, el del exilio, el verdadero) y el "renovado", es decir, el que conocemos hoy en día. La financiación que recibió este último creo que debió ser bastante generosa, para consolidarse como el partido principal de la oposición frente a la UCD: aquí tenéis un ejemplo de un caso no muy bien aclarado.

Que Adolfo Suárez fuera un demócrata convencido o simplemente, un trepa que hizo el paripé será un secreto que se habrá llevado a la tumba. Es evidente que sus comienzos en la política no fueron en ese campo. Pero cumplió su papel de lograr una verdadera reconciliación, aunque ahora eso a los más jóvenes no les parezca creíble. Sin duda quedarían gentes insatisfechas, pero la llegada de los símbolos de la oposición a Franco, como La Pasionaria, Carrillo, Tarradellas, etc. creo que provocó un sentimiento de inmensa alegría en los perdedores de la Guerra Civil. Quedaron cosas en el tintero, como la reparación de los muertos en las cunetas, sí, pero en aquellas fechas creo que mereció la pena no llegar demasiado lejos.

Suárez fue una pieza fundamental en la creación de aquel clima, aquella sensación de libertad que se vivió aquellos años. Yo, aunque no le votara, le expreso mi reconocimiento. ¡Ojalá la derecha actual tuviera esa actitud constructiva!

Siento decir que con los gobiernos de Felipe González comenzó la regresión, con la concentración de los medios de comunicación, con la desactivación de los movimientos sociales y con el acrecentamiento del poder de las grandes empresas. Habría razones poderosas que explicaran por qué se produjeron esos graves errores, básicamente de interés electoral para el PSOE a corto plazo. Y así no cayeron en la cuenta de que a largo plazo  aquellas decisiones significaron cavar su tumba, así como facilitar que el PP, verdadera desgracia que nos ha sucedido a los españoles, peor que Fernando VII, provocara la situación que ahora padecemos. Es cierto que el signo de los tiempos, el neoliberalismo, también ayudó a crear esa situación. y, sobre todo, los grandes errores que se comenten en política no suelen ser los más evidentes, sólo aparecen con claridad a toro pasado. Los gobiernos de Felipe González trajeron muchas cosas positivas, pero desgraciadamente no terminaron, y eso que llegaron a tener un inmenso poder, de profundizar en el perfeccionamiento de la democracia. 

Después llegaron los nefastos años de Aznar, quien ha dejado como buena persona a Alí Babá, para que  las palabras rencor, rapiña, prepotencia, desprecio por la ciudadanía, desinformación, se hayan constituido en las señas de identidad de lo que supuso su Gobierno. No culpo a sus votantes, pero nuestra derecha ha sido la peor de Europa, y eso que Berluscuni puso el listón muy difícil de rebasar.

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