España ha entrado en estado shock.
Evidentemente me refiero a los ciudadanos que siguen la actualidad política y
económica. Y es que ni los más pesimistas se imaginaban adónde estamos
llegando. Desde luego, el shock es particularmente intenso para los seguidores
del P.P. Muchos de ellos pensaban que esto iba a ser coser y cantar. Los más
recalcitrantes le echarán la culpa a la herencia recibida, pero una buena
proporción ya sabe que esto no lo solucionan los "superespecialistas del
empleo", como se autodenominó mi paisano y estrambótico personaje Esteban
González Pons.
Las razones de esta deriva, aparte de que
existan argumentos reales, creo que ya las he explicado en mi anterior
artículo.
Este gobierno me produce depresión, y a
continuación explico algunas de las razones de ello. Por cierto que algunas de
ellas son compartidas con las que me producía el gobierno anterior. Pero es que
el actual parece que cree en ellas. La diferencia entre ambos es una cuestión
de "grados", de entusiasmo y de creer en lo que hace. No, no son
iguales, aún sé apreciar las diferencias entre ambos, a pesar de que no me
gusta ninguno de ellos.
Primero y más importante: La democracia está
desapareciendo a pasos agigantados. El que no lo quiera ver está ciego. Pero es
que la ceguera de la gente es increíble. Cuando estábamos en plena burbuja lo
comentaba con amigos y familiares. La conclusión es que yo era un cenizo. Lo
más parecido a darme la razón era esta frase: "Bueno, ¿y qué? Si va a
venir una debacle, ya tendrás tiempo de preocuparte entonces. Disfruta del buen
momento".
He releído algunos pasajes de las Memorias de
Zweig. Las dos primeras páginas parece como si las acabaran de escribir en
estos momentos. Es la incredulidad de ver un mundo de certitudes, de seguridad,
que naufraga. Pero el pasaje que más me sorprende es cuando él está en Londres
y lee que la Alemania nazi va a invadir Austria. Él corre a comprar un billete
de avión inmediatamente y se vuelve a su país para prevenir a sus amigos y
familiares. Al poco tiene que desistir, porque nadie le cree. Lo mismo sucede
hoy. Perdemos derechos a chorros. Y es así tanto si son derechos materiales
como la sanidad o la educación, pero asimismo los derechos participativos
como la limitación del derecho de manifestación, el fin de la pluralidad en
RTVE, la campaña contra los sindicalistas, e incluso la campaña de desprestigio
contra los políticos (no lo olvidemos: elegidos o no, siempre habrá políticos,
aunque los llamen, para disimular, "técnicos"). O la presentación a
las elecciones de un partido político con un programa conscientemente ocultado.
Y no hay una inmensa movilización para defender estos derechos perdidos.
En segundo lugar, la degradación moral. De
eso hay muchos ejemplos que me desazonan, porque vamos al revés. Cito entre
ellos la amnistía fiscal (¡qué error de concepto!), la amnistía para las
viviendas ilegales (hay formas de solucionarlo sin que salgan como los más
beneficiados los ayuntamientos más piratas), y la previsible modificación de la
ley de costas. O la urbanización prevista de una playa virgen cerca de Tarifa.
Por supuesto que otro error inmenso es Eurovegas. Estos caminos no nos conducen
hacia la excelencia, hacia parecernos a los países mejores. Eso sí, en esas
profesiones que tanto serán demandadas para Eurovegas, navegarán bien a gusto
algunos políticos, esos que aquí en Valencia han proliferado más que en
Sicilia. No es casualidad que el Reino de Nápoles y Sicilia nos haya pertenecido
durante tantos siglos.
Los ejemplos anteriores son tonterías al lado
del desprecio absoluto hacia los que no poseen ya ningún tipo de ingresos. No
entiendo cómo los desposeídos siguen sintiéndose ciudadanos. Yo tendría unas
ganas inmensas de destrucción: si veo que la sociedad no me protege ¿a qué
santo tengo yo obligaciones con ella? ¿Cómo es que la protección de estas
gentes no es la prioridad absoluta del Estado? ¿Es más importante salvar
a la banca? ¿Y cómo nos sentimos cuando en un pueblo se hace un referéndum y
los vecinos prefieren toros que el que se contrate a algunos de sus parados?
¡Cómo ha anidado en la gente el gusano de la insolidaridad, que con tanto
ahínco se le ha inoculado; y dirán que la culpa es de la LOGSE! Lo peor de todo
es que todo ello es un inmenso error: toda esta gente, los parados, puede estar
haciendo trabajos útiles a la sociedad, se me ocurren muchos, y sin embargo
están en sus casas dándole vueltas a su desgracia. ¡Estos sí que están en
estado de shock!
La situación del mundo, en general, tampoco
es esperanzadora. En los países musulmanes triunfan partidos retrógrados, los
islamistas, más o menos "moderados". Occidente pasa por allí con sus
guerras neocoloniales, apoyando "revoluciones", que en algunos casos
tendrán toda la legitimidad del mundo, pero en otros casos han sido un puro
montaje. En todo caso, entiéndaseme bien, ni mucho menos con esto estoy
apoyando a los sátrapas que había antes, pero pregunten a los libios a quién
preferían. O a los ciudadanos de Bahréin. ¡Qué curioso!, ¿por qué esos no son
apoyados en su revolución?
Pero claro, es que estos puebles musulmanes
parece que estén por civilizar, ¿no? Qué curioso un noticiero que escuché en
"La Cuatro": después de relatar y alabar los actos de los 60 años del
reinado de la Queen Elizabeth II, el presentador se nos descuelga poco después
con la "medieval costumbre" de la Corona Alauita (marroquí) del
besamanos al pequeño príncipe heredero, de tan sólo ¿7?, ¿8? (no recuerdo)
años. ¡Viva la coherencia! El espectáculo, ¡grandioso! de las monarquías
europeas, porque, eso sí, no se puede negar que no nos ofrezcan un espectáculo
tras otro, eso, señores, eso sí que es la modernidad.
Y otro ejemplo de cómo va el mundo. El otro
puse TV5-Monde y estaban entrevistando a Marine Le Pen. Es curioso cómo la
extrema derecha toma ideas de la izquierda, pues ésta no es más que un último
intento de que la gente, desesperada, no caiga en manos de los partidos de
izquierdas de verdad. No es casualidad que el partido de Hitler se llamara
Nacional-"Socialista".
Después de haceros partícipes de todas mis
preocupaciones seguro que creéis que el que está en estado de shock soy yo.
Pues sí, es verdad, esto me baja la moral. Pero también tengo noticias
esperanzadoras, a pesar de que, alguna de ellas, no ha recibido ni la más
mínima mención por parte de nuestros queridos medios de comunicación. Algunas
buenas noticias son:
La previsión del triunfo de un partido de
izquierdas (de la izquierda de verdad, aunque bastante moderada, no son
comunistas, ni maoístas, ni trotskistas, digamos que son lo que antes se
llamaba socialista) en Grecia es, sin duda, una buena noticia. Nuestros
queridos medios nos lo venden como la llegada del apocalipsis.
La actitud de los estudiantes mexicanos, en
un movimiento de protesta similar a la de nuestros indignados. Y otra
revolución de características similares que está teniendo lugar en el Quebec. Y
ésta parece que sí que tiene posibilidades de tumbar al gobierno local (ni una
palabra de ella en España, cuando el otro día sí que se le dio cancha en
nuestros medios a una noticia sobre un asesino quebequés que había sido
detenido en Berlín. Que yo sepa sólo había asesinado a su novio).
Gracias a todos los "militantes del
partido de la ciudadanía". ¡Qué afortunada expresión de mi admirado Emili
Piera: militantes del partido de la ciudadanía!.¡Qué placer siempre leerle,
tanto cuando critica esta tragedia shakesperiana, como cuando encuentra la
felicidad en ese reencuentro campestre con la primavera o en ese almuerzo
disfrutado tres veces: cuando lo prepara, cuando se lo come y cuando nos lo
cuenta! Gracias a todos vosotros aún existe la esperanza de que el mundo vuelva
a encontrar la senda del verdadero progreso.
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