viernes, 8 de junio de 2012

Estado de shock

 España ha entrado en estado shock. Evidentemente me refiero a los ciudadanos que siguen la actualidad política y económica. Y es que ni los más pesimistas se imaginaban adónde estamos llegando. Desde luego, el shock es particularmente intenso para los seguidores del P.P. Muchos de ellos pensaban que esto iba a ser coser y cantar. Los más recalcitrantes le echarán la culpa a la herencia recibida, pero una buena proporción ya sabe que esto no lo solucionan los "superespecialistas del empleo", como se autodenominó mi paisano y estrambótico personaje Esteban González Pons.

Las razones de esta deriva, aparte de que existan argumentos reales, creo que ya las he explicado en mi anterior artículo.

Este gobierno me produce depresión, y a continuación explico algunas de las razones de ello. Por cierto que algunas de ellas son compartidas con las que me producía el gobierno anterior. Pero es que el actual parece que cree en ellas. La diferencia entre ambos es una cuestión de "grados", de entusiasmo y de creer en lo que hace. No, no son iguales, aún sé apreciar las diferencias entre ambos, a pesar de que no me gusta ninguno de ellos.

Primero y más importante: La democracia está desapareciendo a pasos agigantados. El que no lo quiera ver está ciego. Pero es que la ceguera de la gente es increíble. Cuando estábamos en plena burbuja lo comentaba con amigos y familiares. La conclusión es que yo era un cenizo. Lo más parecido a darme la razón era esta frase: "Bueno, ¿y qué? Si va a venir una debacle, ya tendrás tiempo de preocuparte entonces. Disfruta del buen momento".

He releído algunos pasajes de las Memorias de Zweig. Las dos primeras páginas parece como si las acabaran de escribir en estos momentos. Es la incredulidad de ver un mundo de certitudes, de seguridad, que naufraga. Pero el pasaje que más me sorprende es cuando él está en Londres y lee que la Alemania nazi va a invadir Austria. Él corre a comprar un billete de avión inmediatamente y se vuelve a su país para prevenir a sus amigos y familiares. Al poco tiene que desistir, porque nadie le cree. Lo mismo sucede hoy. Perdemos derechos a chorros. Y es así tanto si son derechos materiales como la sanidad o la educación, pero asimismo los derechos  participativos como la limitación del derecho de manifestación, el fin de la pluralidad en RTVE, la campaña contra los sindicalistas, e incluso la campaña de desprestigio contra los políticos (no lo olvidemos: elegidos o no, siempre habrá políticos, aunque los llamen, para disimular, "técnicos"). O la presentación a las elecciones de un partido político con un programa conscientemente ocultado. Y no hay una inmensa movilización para defender estos derechos perdidos.

En segundo lugar, la degradación moral. De eso hay muchos ejemplos que me desazonan, porque vamos al revés. Cito entre ellos la amnistía fiscal (¡qué error de concepto!), la amnistía para las viviendas ilegales (hay formas de solucionarlo sin que salgan como los más beneficiados los ayuntamientos más piratas), y la previsible modificación de la ley de costas. O la urbanización prevista de una playa virgen cerca de Tarifa. Por supuesto que otro error inmenso es Eurovegas. Estos caminos no nos conducen hacia la excelencia, hacia parecernos a los países mejores. Eso sí, en esas profesiones que tanto serán demandadas para Eurovegas, navegarán bien a gusto algunos políticos, esos que aquí en Valencia han proliferado más que en Sicilia. No es casualidad que el Reino de Nápoles y Sicilia nos haya pertenecido durante tantos siglos.

Los ejemplos anteriores son tonterías al lado del desprecio absoluto hacia los que no poseen ya ningún tipo de ingresos. No entiendo cómo los desposeídos siguen sintiéndose ciudadanos. Yo tendría unas ganas inmensas de destrucción: si veo que la sociedad no me protege ¿a qué santo tengo yo obligaciones con ella? ¿Cómo es que la protección de estas gentes no es la prioridad absoluta del  Estado? ¿Es más importante salvar a la banca? ¿Y cómo nos sentimos cuando en un pueblo se hace un referéndum y los vecinos prefieren toros que el que se contrate a algunos de sus parados? ¡Cómo ha anidado en la gente el gusano de la insolidaridad, que con tanto ahínco se le ha inoculado; y dirán que la culpa es de la LOGSE! Lo peor de todo es que todo ello es un inmenso error: toda esta gente, los parados, puede estar haciendo trabajos útiles a la sociedad, se me ocurren muchos, y sin embargo están en sus casas dándole vueltas a su desgracia. ¡Estos sí que están en estado de shock!

La situación del mundo, en general, tampoco es esperanzadora. En los países musulmanes triunfan partidos retrógrados, los islamistas, más o menos "moderados". Occidente pasa por allí con sus guerras neocoloniales, apoyando "revoluciones", que en algunos casos tendrán toda la legitimidad del mundo, pero en otros casos han sido un puro montaje. En todo caso, entiéndaseme bien, ni mucho menos con esto estoy apoyando a los sátrapas que había antes, pero pregunten a los libios a quién preferían. O a los ciudadanos de Bahréin. ¡Qué curioso!, ¿por qué esos no son apoyados en su revolución?

Pero claro, es que estos puebles musulmanes parece que estén por civilizar, ¿no? Qué curioso un noticiero que escuché en "La Cuatro": después de relatar y alabar los actos de los 60 años del reinado de la Queen Elizabeth II, el presentador se nos descuelga poco después con la "medieval costumbre" de la Corona Alauita (marroquí) del besamanos al pequeño príncipe heredero, de tan sólo ¿7?, ¿8? (no recuerdo) años. ¡Viva la coherencia! El espectáculo, ¡grandioso! de las monarquías europeas, porque, eso sí, no se puede negar que no nos ofrezcan un espectáculo tras otro, eso, señores, eso sí que es la modernidad.

Y otro ejemplo de cómo va el mundo. El otro puse TV5-Monde y estaban entrevistando a Marine Le Pen. Es curioso cómo la extrema derecha toma ideas de la izquierda, pues ésta no es más que un último intento de que la gente, desesperada, no caiga en manos de los partidos de izquierdas de verdad. No es casualidad que el partido de Hitler se llamara Nacional-"Socialista".

Después de haceros partícipes de todas mis preocupaciones seguro que creéis que el que está en estado de shock soy yo. Pues sí, es verdad, esto me baja la moral. Pero también tengo noticias esperanzadoras, a pesar de que, alguna de ellas, no ha recibido ni la más mínima mención por parte de nuestros queridos medios de comunicación. Algunas buenas noticias son:

La previsión del triunfo de un partido de izquierdas (de la izquierda de verdad, aunque bastante moderada, no son comunistas, ni maoístas, ni trotskistas, digamos que son lo que antes se llamaba socialista) en Grecia es, sin duda, una buena noticia. Nuestros queridos medios nos lo venden como la llegada del apocalipsis.

La actitud de los estudiantes mexicanos, en un movimiento de protesta similar a la de nuestros indignados. Y otra revolución de características similares que está teniendo lugar en el Quebec. Y ésta parece que sí que tiene posibilidades de tumbar al gobierno local (ni una palabra de ella en España, cuando el otro día sí que se le dio cancha en nuestros medios a una noticia sobre un asesino quebequés que había sido detenido en Berlín. Que yo sepa sólo había asesinado a su novio).

Gracias a todos los "militantes del partido de la ciudadanía". ¡Qué afortunada expresión de mi admirado Emili Piera: militantes del partido de la ciudadanía!.¡Qué placer siempre leerle, tanto cuando critica esta tragedia shakesperiana, como cuando encuentra la felicidad en ese reencuentro campestre con la primavera o en ese almuerzo disfrutado tres veces: cuando lo prepara, cuando se lo come y cuando nos lo cuenta! Gracias a todos vosotros aún existe la esperanza de que el mundo vuelva a encontrar la senda del verdadero progreso.


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