viernes, 14 de junio de 2013

Educación y grado de desarrollo. Segunda Parte.

No voy a entrar a debatir qué porcentaje de cursos son necesarios para ese mínimo que llamamos "educación obligatoria" y qué porcentajes de alumnos deberán pasar a etapas siguientes: Bachiller, Formación Profesional, Grado Universitario, Máster Universitario, etc. Esto sí que es una cuestión a dejar a los expertos, en función de lo que preveamos que va a demandar la futura sociedad. En el caso de la educación Obligatoria tenemos que pensar a 10 años vista y esto siempre tendrá sus riesgos.

Me parece más interesante entrar en las materias que se deben ofrecer al alumno en la Educación Obligatoria, porque ahí veo que hay "materia política". No creo que nadie discuta que es necesario que los niños y los jóvenes deben estudiar matemáticas, pero no todo el mundo coincide acerca de la enseñanza del catalán, por ejemplo.

Podemos dividir las asignaturas en dos grandes grupos, aunque no siempre la línea que los separa sea muy nítida. Por un lado tendríamos las asignaturas prácticas, es decir, las que tienen una utilidad en la vida profesional. Aquí englobamos las Ciencias, en especial las matemáticas, la Física, Química, Biología, Informática, Tecnología, etc. Pero también son asignaturas prácticas las Artes, las lenguas (al menos el inglés y, en menor medida, el castellano), las manualidades, el deporte y la salud, y algunos aspectos prácticos de la sociedad, que quizás no se ofrecen, como podría ser tener nociones de leyes.

Todos estamos de acuerdo en que esas asignaturas son convenientes, el problema es que no hay espacio para todas y hay que elegir cuáles y en qué amplitud hay que estudiarlas. Por ejemplo, con muy bien criterio, se suprimieron el Latín y el Griego de los planes de estudio. Tienen poco interés práctico en el mundo de hoy. Se puede alegar que estas materias sí que tienen utilidad, y no lo niego. Pero si en el horario del estudiante hay que elegir, irán antes las matemáticas, el inglés o la informática, no creo que nadie lo dude. Y casi cualquier otra materia, por lo que están fuera de lugar.

El segundo grupo de asignaturas no poseen un carácter práctico tan evidente y sí que tienen un marcado carácter ideológico. No hay más que comenzar a relacionarlas para darse cuenta de este carácter. La Religión, la Educación para la Ciudadanía, las Lenguas Autonómicas. Incluyo también la Historia, y la Literatura. Y, aunque quedan tengan también un carácter de asignaturas prácticas, también poseen aspectos ideológicos la Geografía, la Lengua Castellana o la Filosofía.

No se puede tampoco afirmar que estas asignaturas no sean útiles y necesarias. A mi modo de ver la Educación para la Ciudadanía (educación en los valores democráticos) o la Lengua Catalana (en las Comunidades Autónomas donde es cooficial) tienen evidentes beneficios sociales. En efecto, no discutimos los beneficios del Deporte o de los Hábitos de Higiene y Alimentación en la salud y bienestar de una persona, pero ¿no es menos saludable que la hija de una inmigrante de Etiopía sepa que la ablación de clítoris es un delito? ¿O enseñar las leyes de igualdad de género a un niño o niña de origen marroquí y cuyos padres son tradicionales o incluso integristas? ¿Y los beneficios de una transfusión de sangre a un niño Testigo de Jehová? ¿O la opción legal de abortar por una malformación del feto para un niño cuyos padres son del Opus? Nuestros valores básicos deben ser más que explicados, "adoctrinados". No siempre tiene una connotación negativa esta palabra. me refiero a enseñar los valores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y los principales de la Constitución, y de Europa.

Más polémico puede ser el estudio del catalán. Los castellano-parlantes en Valencia y Baleares, menos en Cataluña, piensan que el estudio del catalán es una pérdida de tiempo. Que debería ser voluntario. El estudio del castellano les parece, sin embargo, necesario y opinan que debe ser obligatorio. La razón de ello, afirman, es que es la lengua común y está en la Constitución. Para entender las razones del otro, pongámonos en la piel de un catalano-parlante. Si es muy extremista puede llegar a conclusiones que, como poco, deberíamos analizar. No cuento con que muchos castellano-parlantes me comprendan, pues creo que este tema tiene connotaciones que considero irracionales. El extremista catalano-parlante puede pensar que él a su hijo sólo le ha enseñado el catalán, que es la lengua que se habla en su casa, y que en Vic, con los amigos, su hijo sólo habla catalán. Para su vida práctica no necesita el castellano. ¿Dónde está la lengua común? ¿No es acaso una imposición? ¿Por qué la tiene que aprender si en Cataluña la mayoría prefiere el catalán? ¿No es más práctico que su hijo, y un chaval que ha nacido en Madrid estudien inglés y se relacionen en esa lengua, que sí es, por voluntad de ambas familias, la verdadera lengua común, el latín de nuestros días, con un futuro prometedor?

Es que está en la Constitución y la tienes que acatar, se le puede replicar. Pero también se puede cambiar la Constitución. Y probablemente a él no le han dado la oprtrunidad de votarla. ¿Hacemos un referéndum ahora sobre la Constitución, a ver qué sale (y hoy la sorpresa se daría, quizás, no sólo en Cataluña)? La enseñanza del Catalán también está en la Constitución y en los Estatutos de Autonomía que, aunque sean de inferior rango que la Constitución, también son leyes vigentes. Por tanto, si nos abstraemos de las leyes y aplicamos la "voluntariedad", que es lo que piden los contrarios a la enseñanza del catalán, podemos encontrarnos con situaciones no muy favorables para la convivencia, al menos mientras no dominemos todos el inglés. ¿No es preferible exigir el aprendizaje de ambas lenguas, de manera que ambas comunidades lingüísticas estén en una cierta igualdad de condiciones (yo aprendo tu lengua y, a cambio, tú la mía)? Para la tranquilidad de los "españolistas", aunque creo en la "inmersión lingüistica", también creo que el castellano debe tener más peso en la educación catalana (del Principado de Cataluña). En otras comunidades, por el contrario, la enseñanza del catalán es insuficiente.

Pasemos ahora a la enseñanza de la Religión. Yo estoy de acuerdo en que se dé, y que se puntúe su nota (si no, es como si no se diera), si hay una mayoría de padres que así lo piensan. Para estas personas, la Religión es tan importante como las matemáticas. Respetémoslos. Pero exijo el mismo respeto en el sentido contrario. A los no religiosos no se les puede exigir a cambio una asignatura inútil como castigo. Se les debe poder dar la oportunidad de elegir algo que ellos consideren útil, como puede ser otra lengua extranjera (francés, alemán, etc.) u otras asignaturas importantes. 

He dejado para el final la Historia. ¿Que acaso no es una asignatura "práctica"? Pues hombre, sí, pero no tanto como otras. Es cultura general, y por ello es importante. Estoy de acuerdo con esa afirmación. Pero también es polémica, porque tiene muchas connotaciones ideológicas. Cuando veo la portada del libro de mi hija cuyo título es "Historia de España", imagino si no hay otras personas, quizás nacidas en Rentería, que pueden preferir un título tal que éste: "Historia de Euskadi". Personalmente no me gusta ninguno de los títulos. 

La historia cuenta el devenir de los hombres desde la invención de la escritura, es decir, durante los últimos 7.000 años, más o menos. Ni España ni Euskadi tienen sentido en épocas lejanas (al menos en 5.000 de esos 7.000 años). Un sevillano del año 1100 d. de C. posiblemente tenía más relaciones con Marrakech que con Barcelona. ¿Por qué  no se estudian los napolitanos cuanto apenas en esa Historia? Pues han sido "españoles" durante varios siglos. 

Más chocante es la Historia de Francia, un país que ha ido ganando territorios (salvo en las colonias, al contrario que España). ¿Qué Historia deben enseñar en Perpiñán? ¿Y en Estrasburgo?  Hay ciudades europeas que han cambiado de país un puñado de veces en un siglo.

¿Y qué le dice la Historia de España a una hija de emigrantes marroquíes, o rumanos, o sudamericanos? La Historia debe ser principalmente Universal, sin  apellidos, aunque debe incidir en los sucesos más cercanos: europeos, españoles, valencianos (en mi tierra) y de la ciudad. Lo mismo pienso de la Geografía. El nivel de detalle de tu ciudad debe llegar a que conozcas sus calles principales. Lo que debes aprender de la China son sus grandes rasgos: los nombres de tres o cuatro ciudades, los ríos y cordilleras principales, sus principales monumentos, etc.

Hay una segunda derivada de la Historia: el sesgo "político" de los acontecimientos. Quiénes fueron los buenos y quiénes los malos en un conflicto. Se puede intentar evitar, describiendo los actos, sin valoraciones. Aún así, es imposible ser absolutamente "objetivo". Me es especialmente desagradable el relato "tribal" de la Historia, en el que los españoles son los buenos y los países rivales son los malos. Eso es estúpido. Pero se puede comprobar cómo un suceso tal como la Guerra de Cuba contra los EE.UU. se ofrece en wikipedia con un relato diferente si se lee en español (los cubanos deben haber aportado bien poco a la construcción de la página web) y si se lee en inglés. ¡Y eso que en wikipedia se hacen esfuerzos por ser neutral!

La Historia es una asignatura importante, porque explica el mundo actual como consecuencia de hechos pasados e invita a pensar a comprender las corrientes de pensamiento. 

Las otras asignaturas que he mencionado poseen características intermedias entre las asignaturas más prácticas y las más ideológicas. Deben despojarse un poco de los adoctrinamientos. Los únicos adoctrinamientos permitidos deben ser la defensa de los valores de los Derechos Humanos y de la Constitución.

En mi opinión las asignaturas de Historia, Literatura y Lengua Castellana (como estudio de su estructura y sus reglas) aunque son importantes, sí que deben dejar más espacio a otras asignaturas más prácticas. 

En la tercera entrega me referiré a las asignaturas prácticas, que son las que deben ser más potenciadas para triunfar en un mundo competitivo como es el actual. Pero, insisto, no todo es competencia. Los valores de nuestra sociedad deben inculcarse, pues estoy convencido que una población que asimile los valores cívicos es una sociedad que creerá en sus semejantes, y la hará mucho más competitiva, pues se aunarán esfuerzos en pos de un bien común, en lugar de que cada uno vea a los demás sólo como un rival.

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