viernes, 6 de septiembre de 2013

Crimen y castigo


El título del famosísimo relato de Dostoievski ha acabado por dar título a este artículo. He dudado sobre él. Por una parte me gusta, es un título con fuerza, con tirón. Asocia el crimen, es decir, la conducta antisocial por excelencia, con su represión, esto es, la defensa que tiene que activar la sociedad para que el criminal no vuelva a recaer en esa conducta y, sobre todo, para disuadir a otros para que no sigan el mismo camino equivocado. Pero en esa obra su protagonista, Raskólnikov, pretende emular a los "grandes personajes", como Napoleón, cuyos crímenes, inmensos, no tienen su castigo (la obra debió escribirse al poco tiempo de su campaña en Rusia). ¿Por qué el crimen individual, realizado por una persona "de a pie", merece castigo, mientras que el crimen contra la humanidad del líder político que organiza una guerra, el saqueo de un país con miles de asesinatos, merece una estatua con su efigie triunfal a caballo?

Voy a escribir algunas líneas sobre el relativamente reciente accidente de tren en las cercanías de Santiago de Compostela. La redacción estaba casi terminada cuando me voy de vacaciones y lo retomo ya en septiembre. Mientras tanto, el juez, acertadamente, ha tomado ya decisiones que van en la línea de lo que tenía preparado.

Como decía, el título me parecía, en ese sentido, poco apropiado, porque es excesivo. Es evidente que no hay conductas dolosas con resultado de muerte, aunque veremos que hay conductas que voy a calificar de criminales, pues son malignas, torticeras, que designan a quienes las tienen como seres faltos de todo principio ético. Añado que estos malvados no tendrán castigo. Lo único que puedo hacer es denunciarlos.

Ese sentido de dualidad se presenta entre el desgraciado maquinista del Alvia, que sin duda será castigado (y no estoy diciendo que no lo merezca, aunque su mayor castigo se lo infligirá su propia consciencia, y dicha sentencia interna será mucho más dura de la que merece), y otros responsables que podrían salir indemnes (y tampoco quiero condenar a nadie que no lo merezca, para ello hay que tener todos los datos encima de la mesa, y eso sólo el juez los puede tener, si los llega a tener). Gracias al juez los responsables técnicos por lo menos van a tener que explicarse muy bien si se quieren ir de rositas. Los "malignos" que he citado son otros, no tienen responsabilidad directa en el accidente.

¡Qué lejos está el periodismo actual de esa gran película sobre los periodistas que muchos recordaréis, "Primera Plana"!. Si Billly Wilder tuviera ahora los años que tenía entonces, estoy seguro de que no haría esa película como una comedia, sino como una tragedia griega, pues a ese nivel están ahora los medios de comunicación. Se me podrá decir que "siempre han sido así". De hecho, recuerdo un profesor de bachillerato (o de COU, no estoy seguro) que ya nos prevenía por entonces. Nos indicaba: "Cuando voy al kiosco a por el diario le digo al kiosquero: deme, por favor, 5 duros de mentiras".

Sí, pero no. Siempre ha habido presiones, manipulaciones, periodistas o dueños de diarios que se venden, etc. Pero había periodistas que siempre ponían algún límite. Y la dirección de la Historia era, en todo caso, de mala a menos mala, caminábamos en el buen sentido. Hoy, eso, simplemente ya no existe: los diarios se dedican a un juego manipulador perfectamente planificado. Hace años dimos media vuelta y ahora vamos de malísimo a todavía peor. No sé por qué sólo somos una minoría los que vemos lo que sucede. La mayoría parece un dócil rebaño camino del matadero.

Volviendo al tema del accidente, ha aparecido una noticia que confirma lo que suponía: RENFE va a incrementar los sistemas de seguridad, en especial en ciertos tramos de transición de la Alta Velocidad a la red Convencional. ¡Si estaba claro que había un defecto en las medidas de seguridad! No seré yo quien diga si esto tiene o merece tener relevancia penal, pero se debería haber aprendido del accidente del Metro de  Valencia, porque lo sucedido en Santiago de Compostela es básicamente idéntico. El esquema en ambos casos fue;

  • Una curva peligrosa tras un tramo recto donde se puede correr + Un maquinista que se despista + Ausencia de controles automáticos = Un accidente con un montón de muertos.

¿Es un problema de proyecto de la línea? ¿O las deficiencias de seguridad se han dado con una decisión de explotación de la línea? Aquí estoy ya muy lejos de poder discernir, pues habría que conocer la respuesta a muchas preguntas ¿Cómo se planifica la seguridad de la línea durante su construcción, de manera global o por tramos independientes? ¿Cuántos cambios ha sufrido el proyecto? ¿El tren que circulaba es el que estaba previsto en proyecto? ¿O por sus características precisaba adaptar los sistemas de seguridad? ¿El sistema de Calidad recogía bien las incidencias que se producían? ¿Y estas incidencias se produjeron? ¿Y se les dio respuesta adecuada y en tiempo razonable?

La respuestas a dichas preguntas nos ofrecerán al responsable o responsables penales del error. El error es garrafal, visto a posteriori. En efecto, parece que los trenes de Alta Velocidad poseen unos sistemas de seguridad que los hacen funcionar prácticamente sin la ayuda del maquinista, automáticamente. Es lógico, a esas velocidades las percepciones de nuestros sentidos no llegarían a tiempo de manejar correctamente el tren. El problema es que el accidente se produce fuera de un tramo de Alta Velocidad. Pues bien, parece evidente que la última decisión del sistema de seguridad del tramo de Alta Velocidad que se abandona debería consistir en dejar al tren en "condiciones de Baja Velocidad". Por tanto, no debería dejar entrar el tren en una curva a 190 km/h. No parece sensato que las condiciones de Baja Velocidad se suponga que se cumplen por circular por debajo de los 200 km/h. Desde luego que no es correcto en el caso que nos ocupa, donde al final de una zona de Alta Velocidad con una recta de decenas de kilómetros hay una curva cerrada.

Tengo algo de experiencia en proyectos y sé que los proyectos de las grandes infraestructuras tienen muchos controles. Normalmente los cálculos poseen una revisión por una ingeniería diferente. Tengo alguna experiencia en ello. También es cierto que los proyectos de FFCC se desarrollan por tramos, pero desconozco si esa partición afecta a los proyectos de seguridad.

El proyectista que diseñó el sistema de seguridad debe ser un especialista que "visione" todos los riesgos y los reduzca a un mínimo.

Pero en descargo de los técnicos intervinientes hay que decir, y también en ello tengo alguna experiencia, que los errores pueden parecer muy evidentes "a toro pasado", pero no siempre se ven con claridad con anterioridad. En ese sentido es muy importante comparar los "antecedentes". Si hay proyectos con trazados similares (no sólo en España), ¿se actuó igual o en otros muchos casos semejantes se ha actuado correctamente? Esto nos indicaría si lo sucedido es un "error garrafal", imperdonable, o bien nos encontramos ante un error más difícil de descubrir a priori. 

No veo, en principio, a responsables políticos, más allá de los dirigentes de Adif o de RENFE (y solo con responsabilidad política, no penal). aunque sibilinamente se ha apuntado a algunos en los medios (con toda la mala intención, pero el juego político es así). Ni a los políticos actuales, ni a los que había cuando se realizó la construcción. No pueden estar al tanto de esos detalles técnicos, salvo que se inmiscuyeran a propósito, cosa improbable y de la que no tenemos datos. O salvo que se inmiscuyan ahora, por la razón que sea.

Y ahora hablemos un poco de los malvados. Durante los primeros días tras el accidente, los medios de comunicación que escupen habitualmente su bilis de rabia, culparon al maquinista no sé con qué intención. Seguramente con el deseo de "proteger a nuestra industria" de construcción de AVE's por todo el mundo. O queriendo proteger a "los de arriba". Pero quiero hacer notar que despistes tenemos todos. ¿Quién puede poner la mano en el fuego de que no ha cometido una imprudencia al volante en su vida? La suerte que tenemos la mayoría de nosotros es que ese despiste quedó en un susto. Algunos incluso pueden haber cometido esa imprudencia y no haber siquiera tomado conciencia de ella. La diferencia está en que algunos, los menos, tienen ese despiste en el momento más inadecuado. Y muchos han provocado un accidente con su coche y no son señalados como lo ha sido ese maquinista. No son periodistas, son gentuza que nos quieren convertir en monos histéricos. No les dejemos.

Cada vez entiendo más a Cervantes cuando estaba a favor de la censura, y eso que él la justificaba sólo por las tonterías inocentes que se escribían en los libros de caballería. ¡Qué no pensaría ahora! Pero, por desgracia, si se reinstaurara la censura no sería en el sentido que yo apunto. Así que mejor no pedirla, no la caguemos todavía más.



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