viernes, 6 de diciembre de 2013

Mis películas de 2013 (1)

Buena cosecha, ésta del 2013 en cuanto a la calidad de las películas estrenadas. No dispongo de excesivo tiempo para ir al cine, de ahí que me tenga que conformar con unas pocas ocasiones para ver películas en la gran pantalla. Esto es una desgracia, por un lado, pero también es una suerte. Así selecciono y me ahorro algún que otro bodrio.

Voy a hacer unas pequeñas reseñas críticas de las películas que he visto en el cine durante este año que termina. Espero que aún pueda ver alguna más antes de que acabe. Procuraré no desvelar las tramas, para quien quisiera leerme y ver luego las películas.

¿Por cuál empezamos? No sé si "Valor de Ley" (True Grit) es de 2013, creo que más bien la vi en el cine en 2012. En todo caso la tengo en vídeo y me la he visto ya como diez veces durante este año. Soy un fanático de los hermanos Coen. Son los mejores directores de este último cuarto de siglo. Y creo que no llegan más lejos porque les falta paciencia para hacer que sus películas sean perfectas. Claro, que si tardaran demasiado en hacer una película, pues como que su negocio se resentiría. En esto se diferencian de Kubrick.

"Valor de ley" es una película magnífica. No la considero el primer western de los Cohen, pues "No es país para Viejos" se puede considerar también una reinvención del western: Por los magníficos paisajes johnfordianos y por la caza del hombre, dos temas muy propios del western. Pero "Valor de Ley" es un western clásico (eso sí, con unos toques del cinismo y humor mordaz marca de la casa coeniana), con todo el sabor de los western de la época dorada de este género (la época de John Ford, Hattaway y compañía), al que sin duda se rinde homenaje. En esta realidad reside la grandeza de esta película, pero también esto mismo constituye su limitación. Ha sido quizás un corsé demasiado estrecho y por eso nos suena un poco a un "déjà vu", a película en blanco y negro. En todo caso creo que le pasará como a "Barry Lyndon", otra película que "no correspondía a las modas de su época" y por ello fracasó comercialmente (y también fue recibida con críticas no muy entusiastas). El fracaso comercial de "Barry Lyndon" se ha transformado hoy en un enorme éxito de venta de DVDs, y reposiciones en TV y es una película considerada como una gran joya artística de todos los tiempos. Y así también la considero yo.

Los valores (valga la redundancia) de "Valor de Ley" son universales y atemporales y están magistralmente representados en sus tres personajes principales:

En primer lugar, el Marshall caza-recompensas Rooster Cogburn. No os perdáis la memorable interpretación de Jeff Bridges en versión original (lo siento por los dobladores, es imposible mejorar el original). El hombre, de fuerte carácter, curtido en mil batallas, que ha dejado de de tener fe en sus valores, que está de vuelta de todo, derrotado, alcohólico, vapuleado por la vida (y por sus mujeres), que ya no cree en nada. La pequeña Mattie Ross le hará recobrar temporalmente la esperanza, hará renacer fugazmente al hombre íntegro que fue antaño y que todavía perdura en lo más recóndito de su subconsciente. Pero él no se engaña, sabe que al final tiene que apartarse, antes de sufrir un nuevo desengaño.

Por otro lado tenemos al Ranger LaBoeuf. Compañero de profesión de Cogburn, pero mucho más joven. Cree en sus valores, que son su guía, los que le han enseñado durante su instrucción como Ranger. Muy a su pesar, le toca ceder frente al fuerte carácter de Cogburn, quien le demuestra en cuanto puede que sus valores le importan un bledo. Incluso los más pequeños detalles, como la manera de encender un fuego de campamento son ignorados por el feroz marshall. Para más inri, resulta que el pobre LaBoeuf tiene un defecto: es tejano, y esa cualidad, en lenguaje coeniano, la traduciríamos al castellano como lepero (con perdón de los habitantes de Lepe). Para los Coen, los tejanos son como la escuadra austrohúngara de Berlanga: no pueden faltar a la cita.

Y el tercer personaje es la protagonista, Mattie Ross, que nos representa la inocencia de la pre-adolescencia (aunque veremos que no es tan inocente), el espíritu de lucha y el de aventura (en esta película me emociono especialmente con la escena que en mayor medida representa la emoción de comenzar una aventura). Es la voluntad indómita de esas gentes que colonizaron el continente americano. Su integrismo religioso es también marca típica de muchos westerns. Sin duda se necesitaba una religiosidad ruda para soportar aquella vida tan dura.

Los tres personajes principales de la película están magistralmente dibujados y por ello la interpretación "fluye" sin problema en sus actores. Porque son actores estupendos y porque interpretan a personajes (como los he descrito, más que personajes se trata de arquetipos) creíbles, consecuentes. La virtud de los Coen ha sido crear a unos personajes mucho más creíbles que en la versión que protagonizó John Wayne, aunque en aquella época las películas era muy difícil que no estuvieran edulcoradas.

Me encanta el final que añaden los Coen, que es, desde ese punto de vista, absolutamente consecuente. Mattie no puede ser diferente de como la pintan. Y Cogburn no puede tener otro destino (bueno, existiría otra alternativa para él, pero entonces la película no tendría ese final). ¿Y LaBoeuf? Bueno, la evolución de ese personaje se queda más abierta, y por ello el final es el que es (Es muss sein, que diría aquél). 

Y para finalizar esta reseña, el tema de la película es la búsqueda de la justicia (la que es posible en aquella época y sus circunstancias), el valor, la determinación y, cómo no, la caza del hombre. Completan la película una muy adecuada banda sonora y unos paisajes impecables. La he disfrutado todas las veces que la he visto. 

La siguiente película también tiene toques de obra maestra. Se trata de "Amor" (Amour), de Haneke. Es, para mí, la mejor película de este intrigante director. He de decir que ésta fue la primera película suya que vi, dato que no es baladí. "Amor" no es una película fácil, no le gustará a todo el mundo. En el fondo, y aunque parezca lo contrario, tampoco "Valor de ley" es una película fácil. Por lo menos no es fácil de apreciar todo su sentido, y por ello deja un poco fría a mucha gente. Pero "Amor" es más difícil de soportar, hace falta ser un tanto "gafapasta" (antes se decía intelectual o cultivado). 

Aconsejo a todo aquél que tenga aprensión contra las películas "intelectuales", lentas, complicadas, que haga ese esfuerzo de intentar comprenderlas. Esto es como aprender a ir en bici o aprender a esquiar, o a hacer windsurf, etc. Al principio se pasa mal, pero después ese sufrimiento se torna en un placer que resulta difícil de comparar con el placer que proporcionan las películas, digamos, ligeras. No es tanto un placer de "connaisseur", de iniciado, de sentirse parte de una minoría "selecta", que también, ¿por qué no? Superarás pronto esa fase y disfrutarás simplemente de apreciar en plenitud el verdadero genio creador humano.  El gusto artístico, como tantos otros aspectos de la vida, requiere maduración. Y hay quien no la consigue nunca, simplemente porque lo desprecia, porque no es capaz de hacer el esfuerzo de comprender.

Volvamos a "Amor". Es esta una película de amor, sin duda, y de ahí su título. Pero es lo más destacado, junto a las magníficas interpretaciones de Trintignant, de Riva y, en menor medida, de Huppert, es la atmósfera asfixiante que se va creando, de la que sientes una enorme ansia de escapar, pero no puedes. El director nos muestra un pequeño indicio de que podría tomar el derrotero de enseñarnos las "bajezas físicas". Nos lo enseña para decirnos que él no va a continuar por ahí, no va a tomar ese camino fácil, pero engañoso. Es lo mismo que ya nos hizo en "Funny Games", donde nos dijo que ni el sexo ni la sangre van a formar parte de sus recursos; que podría hacerlo, pero que eso sería hacerse (hacernos) trampas.

No, la angustia nos viene sin remedio porque pronto sabemos cuál es el final. Y porque sabemos que ese final es cierto y nos puede suceder cualquier día.

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