lunes, 12 de septiembre de 2011

Acerca del rigor en las finanzas públicas

Algo quería decir de la reforma constitucional española. La conocí en vacaciones, un día que me conecté a internet y eché una ojeada a la prensa. Compartía los titulares esta noticia con la declaración de Warren Buffet. No recuerdo bien si ya estaban también en el carro los millonarios franceses. En todo caso esta última noticia era para mí muy positiva, porque no pensaba que el mundo pudiera ir por ese camino, dado el control de los medios de comunicación por parte de los poderosos, y pensé que nunca éstos se prestarían a este juego.

Al leer la noticia del anuncio de la reforma constitucional me quedé muy apesadumbrado. ¡Cómo el Partido Socialista podía llegar a prestarse a eso! Han perdido el Norte, es decir sus dos valores principales, la  Libertad y  la Solidaridad. Ésta última ya hace tiempo que la perdieron, pero pensaba que aún mantenían la primera.

Que conste que creo en la necesidad del rigor en las cuentas públicas, como en el de las privadas. Puedo aceptar la limitación del déficit como exigencia europea, en una Ley de alto rango (Ley Orgánica) pero no en la Constitución. Las leyes constitucionales, como principio, no pueden ser una imposición externa, pues eso es un ataque frontal a la Democracia. Además, el periodo de menor rigor de las cuentas públicas, cuando se cometieron los mayores desaguisados, fue en la época de los superávits presupuestarios. Leí un artículo del economista D. Eduardo Garzón expresando sus dudas sobre la validez de la limitación del déficit. Ese cuestionamiento, cuanto menos, ya exige que ese artículo no figure en la Ley de Leyes. Sólo una razón podría hacerme cambiar de opinión: que existiera una Constitución Europea democrática y un gobierno europeo que no tuviera esa limitación, a cambio de imponérsela a sus estados miembros, por motivos de disciplina.

Dimite el Economista jefe del BCE, Sr Stark. No soy neoliberal, pero apelo al mismo rigor en las cuentas por parte del BCE del que se quiere exigir a los estados que comparten el euro. Por ello creo que el Sr. Stark tiene una parte de razón: Los europeos estamos jugando con fuego con la compra de deudas nacionales de los estados con problemas. Lo debemos saber, aunque a corto plazo no haya otro remedio. Y los EE.UU. y el Reino Unido, también, con cosas similares, como los QE. Puede que la inflación no aparezca a las primeras de cambio, pero a estos "trucos" les sucede como al ladrón cuando roba la primera vez y no lo pillan: que tiene ganas de repetir. Pues lo mismo ocurre cuando se da a la máquina de imprimir billetes y no sucede nada. ¡Es tan sencillo volver a acudir a ella!

Keynes propuso el endeudamiento de la administración para salir de la crisis. Para mí esta solución es válida si el estado está poco endeudado. Esta opción ya no es posible en la mayoría de los países occidentales. Pero la política de recortes y más recortes también nos llevará al abismo, pues es un círculo vicioso. Si no recaudo lo suficiente, hago recortes de gasto. Pero entonces incremento el paro y reduzco la facturación y los beneficios del personal y las empresas afectadas por mis recortes. El personal que va al paro incrementa los gastos sociales, pues tiene que cobrar el subsidio. Y las empresas afectadas reducen su personal y sus compras a proveedores, conm lo que el mal se extiende a otras empresas y otro personal. Al final sucede que se incrementan los gastos de la administración (subsidios de paro) y se reducen los ingresos (menos beneficios, menos IVA, etc.). Como las cuentas públicas vuelven a no cuadrar, hay que volver a hacer recortes.

Hay una "economía" ficticia que tiene que perder valor: los pisos no valen lo que dicen los balances. Fallarán muchos créditos y los balances de bancos y otras compañías están inflados. A mi entender sólo podemos hacer dos cosas. Por un lado, procurar que la contracción sea controlada, es decir, que no cunda el pánico. Y, en segundo lugar, que las pérdidas recaigan sobre todo sobre los que, a pesar de dicha pérdida, pueden seguir viviendo con holgura. Esto implica una política fiscal muy agresiva, desde luego algo muy diferente del tímido restablecimiento del impuesto del patrimonio que propone el PSOE. ¿Sólo se esperan recaudar 1.000 MM de euros? Eso apesta a electoralismo.

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