lunes, 19 de septiembre de 2011

La pirámide social y otras desigualdades

Se me ha ocurrido un juego que, en mi opinión, puede resultar muy revelador para algunos ingenuos. Estoy pensando en proponérselo a alguien que tenga un elevado poder de convocatoria para que lo desarrolle y lo difunda. Pienso, sobre todo, en el profesor Vicenç Navarro a quien le podría interesar la idea, pues él posee los datos estadísticos para poder realizar el planteamiento correcto, y sin duda posee también contará con colaboradores que podrían desarrollar el software necesario.

 La idea consiste en que cada uno de nosotros sepamos en qué lugar aproximado de la escala social del estado español estamos situados. Podemos establecer dos escales, la de rentas (¿cuánto ganamos al año en relación a los demás?), y la de patrimonio (¿cuántos bienes poseemos?). Suele haber una correlación entre ambos (renta alta suele significar elevado patrimonio), pero puede haber casos en los que ambas medidas sean dispares. Por ejemplo, un arquitecto puede estar muy afectado por la crisis actual (renta baja), pero haber acumulado un gran patrimonio durante los años del boom. Al contrario, una persona de una clase social modesta (escaso patrimonio) puede haber comenzado un negocio que marche viento en popa y le proporcione una elevada renta. En el primer caso es de esperar un progresivo descenso de clase social, mientras que en el segundo caso sucederá lo contrario.

El juego debería ser sencillo: a partir de los datos de renta anual (o mensual) de la unidad familiar, del estado civil y edades y número de componentes de la unidad familiar y de la composición de la renta (simplemente qué proporción de la misma es salarial) se podría saber a qué distancia del vértice de la pirámide nos encontramos. Lo mismo se podría decir del patrimonio, a partir de introducir en el juego los datos de los bienes que se poseen.

Pero el juego ha de ser más instructivo: Nos debe mostrar qué porcentaje representa nuestra renta sobre la media estatal. Asimismo, qué porcentaje aproximado de impuestos pagamos y cuál es sobre el valor medio estatal. También sería interesante una comparación con otros países. Por ejemplo, si Suecia tuviera la misma renta per cápita que España, pero mantuviera su distribución poor capas sociales, ¿cuál sería nuestra renta, para la misma posición que ocupamos en la escala social?

Una mejor distribución de la renta no modifica el orden en la escala social, pero tiene dos efectos positivos. Por un lado se reducen las distancias en la misma. Ello permite a "los de abajo" tener una vida más decente, y mejorar su autoestima, pues no todo el prestigio de una persona se basa en la posesión de bienes y rentas, simepre que se supere un mínimo. También permite mejorar la cohesión del estado, en el que todos los individuos tienen motivos para sentirse partícipes. El segundo efecto consiste en reducir las desigualdades derivadas de la "cuna". La sociedad debe admitir el triunfo económico de los "mejores", como pueden ser artistas, deportistas, empresarios, profesionales o científicos, e incluso militares. Pero ha deponer límites para que se produzca una redistribución de manera que el triunfo de unos no acabe suponiendo la ruina de otros.

La sociedad, por el contrario, no debería tolerar las fortunas que se transmiten en el túnel de los tiempos, conseguidas por alguien que tuvo su "mérito" bastantes más generaciones atrás (piénsese en la Duquesa de Alba, en la Reina de Inglaterra, o en otras monarquías o en familias que siempre han estado ahí arriba). Esto ha de ser compatible con nuestra inclinación a legar nuestros ahorros a nuestros hijos. pero cuando no se produce una movilidad suficiente en la pirámide social, es que algo huele a podrido en la sociedad, sea  ésta Dinamarca o cualquier otro país. Es harto improbable que el hijo de Messi sea tan buen futbolista como su padre. Por esa regla de tres, no parece probable que el hijo del presidente Bush sea también el mejor político que existiera en los EE.UU (y que su hermano Jeff, también fuera el mejor de Florida, el estado donde "se decidió" el desempate con Al Gore). Lo mismo puede decirse de los Kennedy, los Clinton o las dinastías monárquicas. En España hay numerosos casos. Me vienen a la cabeza Carmen Romero, Ana Botella, el hermano de Pasqual Maragall. En Valencia, además, es curioso, las parejas militan en partidos enfrentados, como los hermanos Blasco (qué carrera la de Ricardo, con sus comienzos en el FRAP), los Font de Mora, los Císcar, and so on...

Se nos tiene entretenidos con muchos desvíos de atención. Uno que me pone de los nervios es la obsesión por la igualdad de género. Entiéndaseme bien, estoy a favor de la igualdad de género. Pero creo que no es ahí donde hoy en día hay que poner el foco más grande. En materia de desigualdad de géneros, incluyo aquí los derechos de mujeres, pero también los de gays y lesbianas, se ha recorrido mucho camino. Echen la vista a atrás, y comparen la situación actual con la de hace 30 ó 40 años. Afirmo que una mujer de clase social alta tiene una vida mucho más fácil que un parado masculino, a pesar de su "discriminación". El Sr Zapatero promulgó la ley de igualdad de géneros, en la que se estipula que incluso en un consejo de administración de una gran empresa se debe tener un mínimo porcentaje de mujeres. No estoy en desacuerdo, pero me pregunto, ¿y cuántos gitanos? ¿y cuántos valencianos? ¿y cuántos hijos de pobres?

Había un argumento que usaban antiguamente los de clase obrera sobre la liberación de la mujer: que iban a quitar puestos de trabajo a los hombres. Ahora hay familias con dos sueldos y otars con todos los miembros en paro. No pido, ni insinúo siquiera, ninguna reducción de derechos para la mujer. Sólo invito a la reflexión. ¿Las 35 horas por semana de Lionel Jospin?

Yo es que de estos temas de las igualdades estoy escamado desde que en Valencia se habló en los periódicos de la denuncia de las hijas de los pescadores de El Palmar. Parece que el privilegio de la pesca en La Albufera se transmitía al primogénito varón. Esto lo protestaron las primogénitas mujeres. ¡Y ganaron el juicio, creo que en el T. Supremo! Sus señorías consideraron justo que este privilegio lo disfruten en pie de igualdad también las señoras. A mí no me casan la palabra "igualdad" ni la palabra "justicia" con la palabra "privilegio", algo que se concede a unos señores por el hecho de ser "hijos de". ¿Qué más da que sean hombres o mujeres? ¿No es más justo sortearlo entre todos los que quieran ser pescadores? Bueno, ya pueden imaginar lo que pienso de la propuesta de reforma de la Constitución con respecto a la ley sálica, que es un caso casi calcado del que vengo de comentar.

Todo es discutible con personas sensatas que busquen el bien común de la sociedad. Pero cada vez escasean más. El virus del extremismo fascista se extiende cada vez más. Leyendo algunos comentarios de políticos y simpatizantes constato que mis valores son radicalmente opuestos a los de ellos. No era así hace escasamente 15 años, pero son ellos los que se han movido; yo, en lo básico, sigo en el mismo sitio. Los veo ya tan alejados de mí como lo están los yihadistas. Porque, aunque aceptan formalmente las reglas democráticas, están radicalmente en contra de los principios que inspiran la democracia y la ilustración. Los medios de comunicación que los sustentan están dirigidos por seres verdaderamente malvados. Tan malvados como los que se hacen pasar por "los nuestros", que intentan desmoralizarnos y dividirnos para que gane el partido de Alí Babá y se repartan el botín. ¿Estamos en el mundo feliz de Aldous Huxley, o en el más siniestro mundo orwelliano de 1984?

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