lunes, 3 de octubre de 2011

Soluciones a la crisis

La propuesta fundamental para resolver la crisis ya la he formulado en anteriores artículos, y los que me seguís sabéis que consiste en un re-equilibrio del reparto de la riqueza. Como os supongo informados, esto no es un secreto que el establishment pueda ya ocultar, pues esta idea se ha ido extendiendo, en sus inicios de forma subterránea (en medios de comunicación alternativos). Pero al final ha sido aceptada por el establishment, para evitar un mayor deteriorro de la credibilidad de sus medios de comunicación, el cual también había comenzado a producirse.

De momento eso no les preocupa demasiado, los próximos 4 años van a gobernar los suyos. Los de ahora también son suyos, pero menos. Esto vale para España, y para EE.UU. En centroeuropa va a gobernar la "izquierda", pero es la domesticada. No problem.

Pero, como tengo otras ideas para proponer a la sociedad, es mi deber compartirlas. Me disculpáis si lo hago un poco en mi propio provecho, pues beneficio al sector donde trabajo, la construcción, y concretamnente el denostado sector de la vivienda de nueva planta. Please, no me dejéis de leer, pues no propongo la creación de una nueva burbuja, sino más bien lo contrario.

En España calculo que se ha invertido sólo en infrestructura del FFCC de Alta Velocidad la friolera de más de 600 € por familia española. Perdonad mi falta de rigor: el número anterior lo he obtenido de manera muy chusca, pero estoy convencido de que el orden de magnitud es del todo correcto. No dudo de que el AVE ha sido muy popular, aunque hoy ya comenzamos a cuestionarlo. Es evidente que sirve más a las clases medias y altas que a las menos favorecidas. Y salta a ala vista también que en muchos casos se ha tratado de inversiones absolutamente diparatadas. Así, ¿cuánto ha costado de más que la LAV Madrid-Valencia pasase por Cuenca (menos de 60.000 habitantes, según wikipedia), en lugar de venir directamente paralela a la A-3? En muchos casos estas inversiones astronómicas suponen ganar ¿media hora? respecto a un viaje en avión. ¡Gran conquista social!

Mi planteamiento es sustituir gran parte de estos derroches por otras inversiones mucho más beneficiosas socialmente, y de paso mejorar el stock de vivienda sin vender.

Conocéis multitud de barrios de viviendas de mala calidad que fueron construidas dusrantre los años 50 a 80. Las nuevas reglamentaciones antisísmicas, de ahorro de energía, de resistencia estructural y geotécnica, de seguridad frente a incendios, de salubridad, etc., son muy exigentes para nuevas viviendas, pero se olvidan de todas las antiguas. Las de aquella época en muchas ocasiones carecían de garajes. Una propuesta de solución consistiría en ayudas directas para la demolición de esas viviendas y su sustitución por otras de nueva planta. Mi propuesta es que por cada 100 viviendas existentes que se derriben se construyan 80 viviendas nuevas. Y que se amplíen las plazas de aparcamiento e instalaciones comunes. Y que se respete, por razones estéticas, al menos uno de cada 10 edificios. Se trataría de actuaciones obligatorias que abarcaran barrios enteros.

Hay muchos inconvenientes, pero son superables con voluntad política. La inversión de los propietarios no es tan grande, porque sólo abarca el coste del derribo y de la nueva construcción, más algunos costes de realojamiento transitorio. No hace falta considerar costes de suelo ni de urbanización. Los créditos necesarios son mucho más reducidos que lo eran para una vivienda nueva en los años del boom. Y sobre todo, la inversión "por puesto de trabajo creado" sería mucho menor.

La inversión privada sería fácil de atraer con desgravaciones. No olvidemos que esta actuación debería combinarse con una elevación sustanciual de impuestos a las clases más pudientes. A los antiguos propietarios se les daría tres opciones: o acomenten la inversión, o se les ofrece un piso de características similares (o ligeramente mejores) o bien, si están en una situación difícil, se les compra la vivienda, con lo que obtienen una liquidez que les puede venir muy bien a ellos, y al resto de la sociedad, porque se incrementa el consumo. Se les puede también ofrecer una hipoteca inversa. Los inversores, aparte de las desgravaciones, están invirtiendo en bienes cuya oferta se está reduciendo, lo que garantiza en cierto modo la estabilidad del precio a medio plazo. E invierten su dinero en bienes que crean riqueza y empleo, en lugar de dedicarlo a especulaciones no sólo improductivas, sino posiblemente destructivas. A los inquilinos se les ofrece el cambio a una vivienda similar, si no pueden afrontar los nuevos alquileres. Estamos dando salida a viviendas que creo que actualmente están muy devaluadas, por lo que la inversión las revaloriza.

Además estamos manteniendo una mínima actividad de un sector que ha reducido su actividad en más de un 90% desde el pico de la burbuja. Y estamos aumentando la calidad de las viviendas, beneficiando al segmento de población que más lo necesita. Su beneficio no lo aprecian sólo porque ahorran media hora de viaje una vez al mes, sino que lo aprecian cada día en su bienestar, en su hogar, con su ahorro de energía, mayor seguridad frente a sismos, mejor salubridad. O los quince minutos que ahorran cada día por poder aparcar en su garaje propio, los que se desplazan en coche. O disfrutando del campo de tenis o la piscina que se ha construido en el patio de manzana. Y con el disfrute de mejor calidad de vida porque se ha reducido el índice de edificabilidad del barrio en un 20%.

Algunos números: 100.000 viviendas al año, de unos 100 m2 a unos 1.400 €/m2 (incluye derribo, realojamiento, garaje, indemnización de los m2 desaparecidos, instalaciones comunes). Una subvención del 20% del coste serían 2.800 MM (millones) de €, un 0,28% del PIB. Inversión privada necesaria: 11.200 MM de €. Cada vivienda se calcula que supone 2 puestos de trabajo directos y 0,3 indirectos, y dura unos dos años, lo que implica la creación de 260.000 puestos de trabajo. Además durante esos dos años que dura la construcción hay que realojar a los vecinos y a los inquilinos de los bajos comerciales, con lo que aún se reduce más el stock de viviendas desocupadas.

Pero, sobre todo, se afloja un poco la soga del cuello de un sector que está a punto de crear una revuelta social.

Yo lo veo todo ventajas, ¿o creéis que no es así?

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