viernes, 4 de noviembre de 2011

Pecados de la izquierda (2)

En la primera parte de este artículo desarrollé dos ideas. En primer lugar que la izquierda debería volver a sus orígenes internacionalistas en un mundo donde, más que nunca, el adversario se ha internacionalizado.

El otro aspecto que trataba en ese artículo es que la defensa del interés general no tiene por qué coincidir con una defensa del sector público. Bien pergeñadas las privatizaciones pueden ser una excelente solución. Y esto no tiene nada que ver con la realidad de que las privatizaciones realizadas en nuestro país hayan sido una red de creación de estupendos negocios para los amigos.

En este artículo trataré de poner otros ejemplos de cómo la izquierda, y más concretamente la izquierda española, tiene determinados tics que, o bien le restan coherencia intelectual, o bien le crean distanciamiento respecto de una parte de la ciudadanía.

Los sindicatos tuvieron su razón de ser en los comienzos del siglo pasado. Hoy, sin embargo, tienen que sufrir un claro proceso de reflexión y reconversión. Cuando los sindicatos no defienden al más débil se separan de su cometido inicial. Y esto sucede cuando los trabajadores de las PYMES, los parados y los trabajadores autónomos observan cómo defienden "privilegios" para trabajadores del sector público o de la gran empresa, olvidándose de los demás. Cuando los dirigentes de los sindicatos son domesticados, hasta el punto de que alguno puede acabar de ministro del P.P. Cuando parece que hacen el paripé en las negociaciones, pues en lugar de ir al ataque sólo se jactan de haber impedido que los recortes de derechos hayan sido menores.... Cuando todo esto sucede su imagen pública acaba por los suelos. Sin duda los medios de extrema derecha (y los de "centro-izquierda") encantados de acbar de darles el empujón, pero la fruta ya estaba madura. No tengo una idea precisa de cómo regenerarlos, porque su pérdida de prestigio es indudable. De todas maneras si desaparecieran habría que reinventarlos.

Otro tema donde gentes de izquierdas no siempre aciertan es el de la justicia para los vencidos de la guerra civil. Entiendo a quien busca la reparación de una gran injusticia, pero quizás su insistencia en algunas de ellas puede ser contraproducente. Los hechos sucedieron hace ya muchos años y los que lo sufrieron directamente como adultos ya no están entre nosotros salvo excepciones. En su momento se llegó a un consenso para "perdonar". Empecinarse en más reparaciones me recuerda a la actitud de muchas víctimas de ETA. Creo que hay que prepararlas para "tragar sapos" en pos de un gran ideal, que es la paz. La reconciliación, por desgracia, exige a veces aceptar que las mayores injusticias queden sin castigo. Pero es que además, este tema no es comprendido por la mayor parte de la población, y es por ello por lo que creo que puede resultar en crear una antipatía en una mayoría de la sociedad que piense que no nos ocupamos de los problemas de hoy.

Creo que uno de los mayores valores de la izquierda debe ser la tolerancia. No la olvidemos. La tolerancia es la base de una verdadera democracia. El "rodillo" de la mayoría puede humillar en exceso a la minoría. Es preferible en multitud de casos el consenso, la pluralidad, la cesión parcial, en algunos temas de moral donde no hay unanimidad. Debemos intentar comprender y respetar al adversario político.

El anticlericalismo, por ejemplo, es un grave error. Muchas personas de izquierdas son cristianas. Y muchos valores de la izquierda son compartidas con el cristianismo. El primer comunista censado de la historia fue Tomás Moro. Y no se les puede negar sus valores "de izquierdas" a la Madre Teresa o a Vicente Ferrer, aun con sus defectos, como los tenemos todos los humanos, o con nuestras grandes discrepancias en múltiples temas. Se debe criticar cuanto los dirigentes eclesiásticos hagan o digan que sea criticable. Nuestras convicciones deben ser firmes y debemos luchar por ellas con todas nuestras fuerzas. Pero debemos respetar a los que no piensan como nosotros. La libertad de expresión será sagrada, aunque llego a dudarlo viendo a lo que han llegado ciertos canales de TV políticos o de ocio. Pero no cuesta mucho tratar de no ofender al cristiano o al musulmán. El criterio a seguir debe ser que tengamos más respeto por ellos que el que tengan ellos por nosotros. Démosles lecciones éticas en esto también.

En este sentido siempre he respetado a los que creen que el aborto no es una opción lícita. Es una opción tan válida como la mía. ¿Dónde está el límite de edad "moral" a partir del cual destruimos un embrión o un ser humano? No es tan evidente y tienen todo el derecho a pensar de otra manera. Es obvio que en este tema no se puede llegar a un consenso, y la opinión de la mayoría debe imponerse, pero se debe ser respetuoso con quien piense de forma contraria.

Con los musulmanes y el velo pienso de manera muy similar. Una mujer adulta debe tener todo el derecho a vestir como quiera, aunque pensemos que es sojuzgada por su marido, salvo que sea forzada a ello y así lo declare ella. No me ha importado nunca que una monja lleve velo, o que quiera desperdiciar su vida en un convento de clausura. O que alguien quiera llevar cilicio. Son sus opciones personales. Pero la hija de esta mujer musulmana debería estar obligada a tener una educación en nuestros valores. Por ello no entiendo la propuesta del P:P. de suprimir una asignatura que para mí es más importante que el inglés. Sin valores no hay educación. Debemos consensuar unos valores comunes y enseñarlos. Hagámoslo antes de que una parte de la derecha haya derivado a una orilla donde se hace difícil ningún consenso.

Y para terminar, un tema de economía. No soy un forofo del "déficit cero", pero sí creo que la deuda pública tiene un límite y que ya estamos en él. La política de izquierdas de "imprimir billetes" o de incurrir en déficits aunque nos los financien es un error, la historia ya nos lo ha demostrado. Como es un error la política de derechas de "rigor para los pobres". Vuelvo a insistir en que la solución está en buscar nuevos ingresos públicos de quienes pueden pueden sufragarlos: ese famoso 1% cuya renta y patrimonio deben ser ponderados. Todos sus "argumentos-excusa" se desmontan con facilidad, sólo se precisa voluntad para poner en marcha estas políticas. Así de fácil.

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